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Author: Monsieur Pichón

Diseñador industrial amante del gráfico, fotografo y escritor de la colmena desde su primer numero.

Memes, redes sociales y creación de contenido

El impacto de los memes en el mundo 2.0 es innegable y su integración en nuestra generación de contenido aporta a ese lado “social” que tienen las redes

Por: José Miguel Sánchez (MrPichon) | IG: MrPichon | MrPichon@mrpichon.com

“Contenido de valor” -esa palabra que todos hemos escuchado cuando de crear publicaciones para nuestras redes sociales trata. Expertos categorizan este contenido en cinco: educativo, inspirativo, informativo, interactivo y, el último, pero entre los de mayor impacto, entretenido. No es coincidencia
que parte de las cuentas con mayor tráfico entren en esta categoría, pues es un tipo de contenido que no
requiere una audiencia con conocimientos o intereses especializados -solo sentirse cercano para motivarnos a compartir con nuestros amigos y familiares, mantener viva la frase “la risa es contagiosa”.

CULTURA DEL MEME.

Por lo general escuchamos la palabra “cultura” y nuestra relación inmediata no son los “memes” -pensamos en música, arte, teatro, literatura – pero cultura por definición es todo conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social y claro, a una época.

En particular, lo cultural del meme no es “la pieza” per se, sino el sintetizar una idea, concepto, experiencia
o forma de pensar en un formato de consumo rápido que puede ir entre imágenes, sonidos, bailes e incluso capturas de pantalla de tu serie favorita.

Cada generación (o en este caso, audiencia) reaccionará distinto a los memes según sus experiencias, consumo digital y subcultura y esto convierte, convirtiendo el recurso del meme en algo comunal, identificable y con una gran capacidad de impacto si estudiamos y entendemos a quien tratamos de hablarle.

¿CUÁL ES EL BENEFICIO DE INTEGRAR MEMES EN MI CONTENIDO?
CAPACIDAD DE PROPAGACIÓN:

Esto no quiere decir que todo meme será un éxito inmediato, pero si logramos comprender a
nuestra audiencia y crear un mensaje con el que establezca relación, le motiva casi de forma automática
a que este sea compartido, lo que reduce la necesidad de hacer promociones pagas dentro de las plataformas digitales.

LLEGAR A NUEVOS USUARIOS:

Los memes son circunstanciales y espontáneos -nuevas tendencias nacen en un abrir y cerrar de ojos, crean conversaciones en las que podemos integrarnos con este formato agradable y jocoso, rompen el hielo con la mejor herramienta: la risa.

FÁCILES DE PRODUCIR:

El formato de los memes no es muy pulido y la estética pasa a un segundo plano, lo importante es la conversación y cómo lo integramos de modo creativo con nuestra marca, producto o servicio.

ENTONCES… ¿CÓMO LOS USO?

Primero debemos recordar que, aunque todos disfrutamos los memes, no todos los disfrutamos igual
– los boomers pueden tener una relación estrecha con personajes como Garfield y Piolín, los millennials
con Harry Potter, y la generación Z con sonidos de TikTok. Entender (y recordar) que el contenido
no es para nosotros, sino para alguien más (y estudiar a ese alguien) es esencial. La idea no es
volver tu cuenta un espacio exclusivo de memes, al final toda presencia digital tiene objetivos que
cumplir, pero sí pueden aportar a una relación más cercana con quienes nos siguen.

¿QUIERES EXPRIMIR ESTE FORMATO? AQUÍ SEIS TIPS QUE PUEDEN AYUDARTE:
1. NO PUEDES OFRECER LO QUE NO CONSUMES:

Los memes son espontáneos y circunstanciales, estar atentos a los temas de conversación de nuestra audiencia es esencial para no ser los últimos en unirnos. El monitoreo dentro de los medios digitales
es súper importante y nos beneficia apoyarnos en plataformas de memes como https:// memegine.com.

2. MENOS ES MÁS:

Un error común de algunas marcas es “sobrebrandear” un meme, lo que reduce su impacto y la posibilidad de viralización. Integrar dos o tres elementos propios no está mal, pero recuerda que el protagonista aquí no es tu marca, sino la conversación a través del meme.

3. ESTUDIA LA PROCEDENCIA DEL MEME:

No todos los memes nacen de situaciones agradables, identificar su procedencia puede ahorrarle malos
ratos a tu marca en caso de que el meme tenga connotaciones machistas, xenófobas u homofóbicas
por mencionar algunas situaciones incómodas.

4. NO LO FUERCES:

¿Has estado en esa situación donde un amigo o familiar hace un chiste y todos
sonríen de manera apática para no herir sus sentimientos? Así puede sentirse tu audiencia si
tratas de forzar mucho un recurso -tranquilo, puede que algunos memes no te funcionen, pero al
ser algo siempre renovable con los temas de conversación que consume tu comunidad, siempre
habrá nuevas oportunidades.

5. EL TIEMPO ES ORO:

El mayor reto de este formato es el tiempo de reacción -no hay forma de predecir cuál será el próximo
grito digital, pero debemos evitar ser los últimos en integrarnos en su uso cuando ya nadie
hable de eso o hay un nuevo meme en la fiesta. Reacciona rápido y ganarás.

6. PONTE CREATIVO/A:

Intégrate a la conversación promoviendo tus productos, servicios, experiencias de clientes o “behind the scenes” de tu negocio -formatos populares como “mi cara cuando…”, “dime que eres…, sin decirme que eres…” o “cómo empezamos vs cómo vamos” son formatos con los que puedes iniciar y que son algo atemporales. El formato llegó para quedarse, identificar formas inteligentes y divertidas de usarlo garantizará una relación más estrecha con tu comunidad en las redes sociales, con la creación de conversaciones, motivación a compartir tu contenido y a conectar con tu marca un meme a la vez.

Las primeras 10 velitas

José Miguel Sánchez (MrPichón) | IG: MrPichon | mrpichon@mrpichon.com

Muchas veces no nos percatamos de la velocidad del tiempo hasta que alguien nos aterriza de manera forzada con un “eso hace tantos años” – me pasa a cada rato: con series, canciones, libros, manifestaciones, pero siempre desde una postura de espectador – de alguien que de manera pasiva ha consumido alguna de estas cosas y el golpe, aunque duro, es digerible rápido.

Sin embargo, pocas cosas describen la mezcla entre emoción, alegría, sorpresa y falta de colágeno que causa el ser parte de algo que cumple una década y de lo que de una forma u otra te has mantenido
activo en su desarrollo.

“¿Cómo que 10 años?” Fue mi reacción cuando me invitaron para escribir en este número. Parecía
ayer cuando en la pequeña oficina de Comunicación hablábamos del primer número con más dudas
que respuestas sobre si este sería un proyecto que la cultura interina absorbería.

“¿Y los estudiantes la leerán?”, “¿Y se motivarán a escribir en ella?”, “Esta generación no lee” – el esperado escepticismo de muchos junto con el inocente optimismo de quienes decíamos “claro que sí”.
La Colmena retrata de modo perfecto lo que es ser inteciano: es tener diversidad de temas, sentido
del humor y seriedad, logros, solidaridad y una pisca de inventiva entre horarios apretados de publicación
y ver el mundo entre cronogramas y procesos.

Su energía es comparable a la de un profesional con alma de propedéutico: lleno de ilusión por lo nuevo y dispuesto a sorprender en escenarios que parecían predecibles.

La apuesta fue a un diseño atrevido en comparación con otras publicaciones institucionales de la época,
cientos de reuniones y mucho “esto no es para nosotros, es para los estudiantes”. El tiempo demostró
un único error – no era para los estudiantes, era para todos.

Diez años no son poca cosa – más en proyectos tan colaborativos como los editoriales. Sin embargo,
más importante que los criterios logísticos, lo bello de esto es cada persona, articulo, entrevista u
opinión, dispuestos a aportar algo para su comunidad. Es la inspiración del que escribe que la pasa al
que la lee. Es un “statement” que dice “Si se puede”.

Feliz primera década La Colmena querida, por más años de tus páginas desde la tinta comprometida de cada inteciano.

¿Cómo y por qué cobra un “influencer”?

Las marcas los buscan y se encuentran en todos los sectores comerciales: moda, fitness, emprendimiento, educación e incluso biología, con cuentas que llaman miles de seguidores por su contenido o estética, y cuya voz se ha vuelto un punto de referencia para quienes los siguen: son los llamados “influencers”.

Desde sus espacios virtuales hablan sobre experiencias, marcas y productos, acompañados de un estilo de vida que a muchos llama la atención, pero ¿Cómo y por qué cobran los influencers a estas marcas para presentar sus productos?

Para comprender esto, hay que entender el mundo de la publicidad y el mercadeo: todos, sin excepción, somos un “target”: un grupo de personas con características comunes, intereses y lenguaje, que las marcas por medio de la publicidad, buscan seducir o al menos mostrar su existencia.

La publicidad es parte importante de los mercados y negocios, evolucionando desde medios impresos como vallas y afiches, cuñas radiales, hasta banners en páginas web. Aquí entran los influencers, son centros de concentración de targets enfocados, de forma más “orgánica”, dando un sentimiento de publicidad menos enlatada.

Las cifras a cobrar pueden variar entre influencers incluso del mismo nicho, algunos cobrando US$100 por publicación y otros hasta US$1,000 pero ¿Es justo cobrar esta cantidad de dinero por un post en una cuenta de instagram? Hay muchos factores a evaluar (cantidad de seguidores, engagement de la cuenta, relación con los seguidores, calidad del contenido, años de experiencia que validen el poder de influencia, etc.) pero en los casos bien evaluados, la respuesta es sí.

Les explico: ver una publicación es comparable a ver un anuncio en un programa de televisión pero con los números más claros. Terminas sabiendo cuántas personas, de qué género, en cuál sector y rango de edad vieron tu publicación, permitiendo afinar detalles en estrategias de comunicación que antes eran más difíciles de analizar. Las redes sociales se han preocupado de que sus medios sean monetizables dando información a los influencers y a las marcas, volviendo así sus plataformas más atractivas como medios de promoción.

Si a esto le sumamos que el contenido es más refrescante, cuando es bien manejado, que los medios convencionales (por su factor humano, carisma del influencer y manejo estético) y puede ser explotado en distintas plataformas (blogs, vlogs, foros, podcast, etc), se puede tener una mezcla para el éxito.

No podemos tampoco reducir la labor de “publicar un post” a solo tomar una foto, pues en muchos casos detrás de cada uno hay un trabajo de dirección de arte, fotografía, storytelling, estudio de mercado, redacción y manejo de comunidad.

¿Quiere decir esto que es fácil ser influencer? No. ¿Desmiente esto que el término se ha cualquierizado y hay quienes, de forma oportunista, sin generar contenido se han malposicionado? Quizás. Pero antes de juzgarlos y entrar en ese debate, recordemos que son un medio más para transmitir información a nosotros los consumidores.

¿Quieres saber más sobre redes sociales? Me puedes seguir o escribirme a mi cuenta en instagram, @mrpichon

Libertad Digital: ¿Me afecta lo que publico en redes sociales?

En una respuesta corta al título de este artículo: Sí. No es secreto para nadie, que muchas empresas están depurando posibles candidatos por sus publicaciones en los medios digitales, tratando de desechar perfiles conflictivos o que entiendan que puede afectar el ambiente laboral, también existen casos como el de Harvard, que rechazó candidatos a estudiantes por comentarios xenófobos. Pero antes que entremos en quejas sobre libertad de expresión, “mis redes son mías” y otras respuestas reactivas, tratemos de ver las dos caras de la moneda.

Algunas cosas hay que tener claras: Las redes sociales son un medio de comunicación y por su propio peso, de expresión. La expresión, es por mera definición, la representación por palabras u otros medios de nuestra forma de pensar, ideas o sentimientos, lo cual quiere decir que no compartimos lo que no sentimos o en lo que no creemos. Hasta ahí llega la libertad de expresión, pero ¿Dónde entra la responsabilidad del usuario sobre lo que escribe y comparte?

A veces olvidamos a conveniencia (conscientes o no) nuestra responsabilidad a la hora de pulsar el botón “publicar”. Un “chistecito”, una posición política, una “puya inocente”, todo esto habla de quiénes somos como individuos o al menos, de una parte de nosotros. Lo interesante de la libertad de expresión es que funciona tanto para el emisor como para el receptor del mensaje. Esperar que no se cree una imagen, aunque sea breve, de nosotros por nuestro manejo de contenido en redes, es ilógico.

OJO: no creo que lo compartido en redes da una imagen total de un individuo, se y estoy consciente de los casos de discriminación por motivos raciales, religiosos o sexuales que abren las redes sociales, pero ese no es el tema en este momento. Indudablemente, nuestro manejo de información ofrece una primera impresión y al igual que las primeras impresiones no digitales, se debe de ser cuidadoso.

También se encuentra la otra cara de la moneda y al leer la palabra “afectar” solo pensamos los puntos negativos, pero ¿Y si compartiéramos más información útil, profesional, armoniosa y positiva, no diéramos una mejor cara de nosotros mismos?

El fin de este texto, no es decirle a nadie cómo manejarse en el mundo virtual, qué publicar o qué no. Es, más que nada, recordarle al lector que todas nuestras acciones, virtuales o análogas nos afectan (para bien o para mal), arrastrando consecuencias (positivas o negativas) con las que debemos lidiar.

Que si genuinamente creemos en algo y lo compartimos o hablamos al respecto, debemos estar listos para defender nuestro punto con la mayor altura, entender que hay quienes no estarán de acuerdo con nosotros pero no por eso debemos encerrarnos en la burbuja que nos da un algoritmo y que, así como tratamos de dar nuestra mejor cara en el mundo real, el mundo digital merece el mismo cuidado.

¿Quieres saber más sobre manejo personal en redes? Me puedes seguir o escribirme a mi cuenta en instagram, @mrpichon

República Dominicana, tierra del “deja eso así”

Por MrPichón | IG: MrPichon | Tw: MrPichon

Parte importante de lograr tener un buen país reside en varios factores:

Convivencia, normas, diversidad, pero sobre todo, respeto y responsabilidad.

Estos últimos 2 puntos son asesinados constantemente, con o sin intención, consciente o inconscientemente con tan solo 3 palabras “Deja eso así”.

“Deja eso así”, cuando vemos una persona tirando basura en la calle, aun sabiendo que esto es lo que causa que se tapen los filtrantes cuando hay lluvia.

“Deja eso así”, cuando nos hacemos los locos sabiendo que algo es nuestra responsabilidad pero nadie lo ha mencionado.

“Deja eso así”, cuando en general, vemos lo mal hecho pero “no es nuestro problema”.

Pues les tengo una noticia, nos vamos a joder. No nos tenemos respeto por que no entendemos que nuestras acciones afectan a otros a nuestro alrededor, comportándonos como individuos a la hora de actuar y como ciudadanos a la hora de quejarnos.

“Ciudadanos” que no es más que una palabra para describir a quienes deberían tener los mismos intereses por su coincidencia geográfica, pero que aquí, usamos colectivamente como adjetivo, cuando queremos vernos mansos ante acciones de las que nosotros mismos, en un momento, fuimos cómplices.

Tanto el que comete un acto a sabiendas de que está mal, como el que se queda callado sin tratar de hacer un reclamo mínimo, cometen un acto de irrespeto.

Después viene la peor parte, la irresponsabilidad. Nos hacemos de la vista gorda ante algo, para luego quejarnos de su consecuencia, porque como “no lo hicimos nosotros, no es nuestra culpa”. Nadie recuerda que fue más fácil ignorar, para luego pagar con quejas y muros llenos de llanto en la red social de turno.

Cuando nos quejamos de las caravanas pero en nuestra casa ponemos la música a todo volumen y que se joda el vecino. Cuando hackeamos un servicio para no tener que pagarlo pero nos quejamos cuando algún político roba. Básicamente cuando queremos pagar con la misma moneda en vez de educar, estamos siendo irresponsables.

Dejemos todo así, que vamos bien. Sigamos buscando nuestro bien individual sin pensar en el colectivo, pasémonos de contentos, no es nuestra culpa, es de los otros, que solo por coincidencia se encuentran en nuestro mismo patio.

¿Saben cuál es la diferencia entre un barco hundiéndose y nuestra sociedad?: que en el barco hay botes salvavidas.

 

Clientes: cómo lidiar con sus caprichos

Nuestro egresado de Diseño Industrial José Miguel Sánchez “Mr. Pichón” comparte sus cinco tips para trabajar con nuestros clientes y mantener una relación efectiva 

José Miguel Sánchez Ovalles “Mr. Pichón” / mrpichon@mrpichon.com / @MrPichon

Los clientes pueden ser un mal necesario o un aliado infalible. En ocasiones, el hecho de que un cliente sea “malo” está dado por un pensamiento general, tanto en la cabeza de emprendedores como de clientes: “hay que hacer lo que yo diga” – ya sea porque uno es el experto o el otro es el que paga.

Sin embargo, mientras recordemos que la meta común es la misma (el bien de la empresa), dejaremos de actuar como un matrimonio obligado y más como un noviazgo en sus primeros meses. Comparto mi top 5 de tips para manejar los clientes y llevar la fiesta en paz.

5. Tener claro “quién hace qué”

La claridad en las negociaciones es importante. En ocasiones, la falta de información, comunicación y claridad es la peor de las enemigas. Entender nuestras responsabilidades y las del resto de los miembros del equipo ayuda a dividir el trabajo y a entender quién es responsable de que “la rueda se esté moviendo”. Mientras más claro desde el principio de las negociaciones quede quién hace qué (y esto se respete), más ágil será el flujo de trabajo.

4. A veces hay que decir “No”

Hacer algo no lo vuelve tu responsabilidad. Dependiendo de las negociaciones hay una que otra consideración, pero, a menos que estés cobrando, no todo lo que el cliente te pida es tu responsabilidad. Siempre es bueno un mail de “veo que te parece interesante hacer tal cosa…probemos qué tal y si funciona te cotizo para empezar a agregar el servicio”. Recuerda: no solo cobras por lo que haces sino por lo que sabes.

3. Todo por escrito.

“La memoria es hermana de jódete” -Nunca olvidaré esa frase de una ex jefa. Hoy en día estamos más conectados que nunca a nuestros teléfonos inteligentes , laptops y tabletas. ¿Acabas de conversar por teléfono con un cliente? Envía un correo confirmando lo hablado. ¿Hubo un cambio mínimo discutido en una reunión? Envía una minuta al menos con tus puntos pertinentes.

¿Te mandaron un mensaje por Whatsapp? Responde a la solicitud por correo “De acuerdo a lo conversado..”. No creas en la memoria (y aunque suene mal) ni en la buena fe.

2. Nadie cambia a nadie.

Como en los noviazgos, la idea de la relación cliente-emprendedor no es cambiar a nadie, sino crecer y entender cómo funcionan las cosas en el mundo del otro. Entender que el proceso de aprendizaje es de lado y lado es importante. No solo es querer ser entendido por ser “el experto” sino tratar de entender por qué se toman ciertas decisiones. En ocasiones, con dar tu opinión profesional es suficiente, recordando que tu opinión no es una decisión a menos que se tenga la autoridad para que así sea.

1.Hasta que el contrato los separe.

Esto no es un juego de “quién aguanta más” y así como hay más peces en el mar, hay más clientes en la isla. Hay momentos en los que lo mejor es, antes de que las cosas se vuelvan poco profesionales, concluir de la mejor manera y “despedir” a un cliente. No todo el dinero o la experiencia se gana y más si se han hecho los esfuerzos para mantener viva “la relación”.

 

¿Eres emprendedor? ¿Has tenido experiencias con clientes? !Compártelas!

 

De cómo los videojuegos me hicieron mejor diseñador

En esta colaboración Mr. Pichón nos invita a cambiar nuestra manera de calificar a los “gamers” y comenzar a apreciar el otro lado de los videojuegos ¡uno muy positivo para los creativos!


José Miguel Sánchez Ovalles – MrPichón.
| Instagram – Twitter: MrPichon 

Mrpichon@Mrpichon.com

“¡Muchacho! ¿y tú todavía estás en eso?” – “Mijo, crece” – “Yo no pierdo mi tiempo en eso” –son frases que tienen persiguiéndome 23 de mis 27 años de vida. Los videojuegos llegaron a mi vida a temprana edad y han estado dándome visa a todos sus universos desde que tengo uso de memoria y razón.

Nunca entenderé la necesidad humana de sentirse incómodo por lo que a otro le hace feliz, aunque no le haga daño. Quizás sea apatía o pura necedad, pero la verdad es que ser videojugador genera estigmas.

Sin embargo, de algo que puedo hablar es de cómo entiendo que los videojuegos me han aportado a mi vida como diseñador.

No hablaré de lo que “dicen los científicos” de cómo los videojuegos aportan a la solución de problemas o que, contrario a la creencia popular de que “te vuelven más violento”, pueden ser herramientas sociales.

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Tengo para decirle, querido lector, que el mundo del videojuego es mucho más que Mario 2. Es un universo de mecánicas, estilos de arte, música e historias. Convergen todas las artes. Es sumergirse en un libro que te permite vivir una experiencia directa. No todos los juegos son iguales, por supuesto. Hay desde Candy Crush hasta Final Fantasy y, aunque el factor principal es la diversión, verlos con ojo crítico y tratar de sacar algo extra le da la razón al dicho “de todo se aprende”.

Estilos gráficos. No es lo mismo un juego 2D, que uno 3D, como tampoco lo es uno de aventura que uno de terror. La variedad gráfica en el mundo de los videojuegos es tan grande como la imaginación de sus creadores. En Okami, por ejemplo, el estilo japonés brilla por sus mundos llenos de color e ilustraciones basadas en los pinceles de bambú. Zelda Windwaker se destaca por su manejo de la luz y Bayonetta por la complejidad en el diseño de sus personajes, por solo mencionar algunos.

Mecánicas. Todos los juegos interactúan de manera diferente con el usuario. Como diseñador industrial, ver que los juegos evolucionan a algo más que el dominio de un control es sumamente fascinante. El desarrollo de los sensores de movimiento ha ayudado a que cada vez nuestra interacción con el mundo virtual sea más interesante y la experiencia más real y divertida.

Referencias. Los videojuegos están cargados del trabajo de otros diseñadores, solo hay que observar. Desde el menú de inicio y la manera como resulta intuitivo, el manejo de la luz en un escenario, la variedad de personajes y su desarrollo, el diseño de vestuario e incluso el interiorismo… verlo con un fin más allá que “terminar el juego” es lo que marca la diferencia, tal como el que pasa una materia por pasarla y el que la pasa con deseos de aprender.

Idioma. Al igual que la música en un idioma extranjero, ciertos videojuegos pueden ayudar a mejorar nuestro aprendizaje. Ya sea con textos, al igual que un libro o escuchando los personajes hablar en el desarrollo de la historia, lo cierto es que pueden ser un apoyo del cual doy testimonio.

No digo ni espero que todo el mundo aprecie los juegos como yo, pero si empieza a ocurrir, GENIAL. La magia en cada historia y sus universos no hace este pasatiempo nada más lejano que un libro o una buena película. Dejemos de sufrir el placer del otro y, por qué no, juguemos un rato.

 

Los Food trucks en Erredé

Los carritos de comida o Food trucks se reproducen por toda la ciudad de Santo Domingo con nuevas y atractivas opciones de comida rápida pero, ¿cómo se diferencian de los tradicionales chimis?

José Miguel Sánchez Ovalles / Mr. Pichón / mrpichon@mrpichon.com / @MrPichon (Twitter-IG)

Como diría un pana que tengo en Facebook: “En erredé todo es un force” y esto fue lo primero que pensé al ver la proliferación de los ahora denominados “Food truck” (antes nombrados carritos de chimi, según yo y el común de mis círculos).

Estaban en todas partes y con, según yo, ofertas re-brandeadas de comida: mini-hamburguesas, tacos “de calle” e incluso opciones de sushi “artesanal”.

!Quién lo diría! Algún genio del mercadeo decidió que ya estaba bueno de restaurantes y que el pueblo merecía variedad, si es que se le puede llamar pueblo sin que se ofenda a la burbuja que llamamos clase media-alta de Santo Domingo.

Traté de no llenarme de odio, decidí que no debía emitir un juicio basado en posibles percepciones alteradas por mi eterno mantra de “Santo Domingo me hiede a aspiracionismo” (creo que me inventé esa palabra) y una noche de sábado decidí crear mi propia opinión.

Mi noche inició en un food truck de comida mexicana (tacos, burritos y nachos puntualmente) ubicado junto a TacoBell de la Churchill e inmediatamente me di cuenta, sin si acaso ordenar, los tres principales elementos que alejaban el foodtruck del “carrito de Chimi”:

  1. La presencia de diseño y manejo de imagen en sus menús y vehículo: no más burritos y hamburguesas bajadas de Google y maltratadas en Photoshop. Es evidente la inversión en tratar de diferenciarse de otros carros, expandir la marca y que sea reconocida o mantener a margen la posible aparición de competencia.
  1. Espacio de consumo: mesas y sillas, vasos con servilletas y salsas en cada mesa. No más “Toño, pásame el cachú”, no más dudas sobre la  cuestionable procedencia de la salsa especial del “chef”.
  1. La presencia de meseros: desde que llegué, un mesero debidamente uniformado me entregó un menú, tomó mi orden y la trajo a mi mesa. Ordené la cuenta al terminar, como en cualquier restaurante, y hasta dejé propina. Fue confuso por un momento pues cuando volví a la realidad seguía en medio de un parqueo en la Churchill al lado de un taco bell.

tazo¿Que quedó claro en mi opinión? Esto no es un re-branding. La considero más que una evolución de un antiguo modelo de negocio, una nueva versión.

Seamos claros: mi idea de cena barata en un carrito de comida no es RD$410.00 p/p (que fue lo que consumí entre un burrito y un refresco). Si, la calidad de los ingredientes, el buen servicio y el ambiente me hacen considerar “no está caro”, pero mi percepción quizás desfasada de este tipo de establecimientos es que no sobrepasan los RD$300 y que con lo que cené yo, cenan dos. Si entendí al ver los meseros que los dueños de estos establecimientos buscan ofrecer una experiencia distinta a las de los típicos sitios de comida rápida en donde haces fila o la experiencia de sentarte en el piso o una acera, ahorrando los costos que involucran la presencia de un local y todos sus gastos adicionales.

Por lo visto el food truck llegó para quedarse y es bueno entender su diferencia con otras opciones:  ¿el público meta? Chicas en mini-vestidos y hasta señoras. El pago puede ser en efectivo o tarjeta y la acera es opcional. ¿Comem*erdería? No sé. ¿Carrito de chimi? Ya entendí que no. ¿Segmentación de mercado? Obviamente.

Veamos cómo evoluciona el asunto que, conociendo santo domingo, pronto nos saturará hasta la próxima moda, tal como lo hicieron los negocios de Frozen Yogurt, mientras tanto: buen provecho.

 

Nota: Las imágenes de alimentos que acompañan a este artículo son de fuente externa y no se corresponden con la oferta de los establecimientos a que se refiere el autor.

El absurdo de las jerarquías de grado

Minimizar el trabajo del otro, más que sumarnos, nos resta pues demuestra nuestra calidad profesional. No interesarnos en cómo estas disciplinas pueden aportarnos, solo nos hace perder oportunidades de innovación y nos aleja de proyectos más interesantes

 

José Miguel Sánchez Ovalles – MrPichón. | Instagram – Twitter: MrPichon / Mrpichon@Mrpichon.com

Todos lo hemos escuchado alguna vez: “Los licenciados la tienen fácil” o “A mí no me diga Licenciado que yo soy Ingeniero”. Y es que, aunque es bueno aclarar nuestra profesión, dada la lucha que conlleva alcanzar un título universitario, me da curiosidad esos que lo hacen para hinchar, según me parece, su ego profesional.

Estoy claro en cómo las ciencias aplicadas establecen la diferencia de nombre entre las ingenierías y las licenciaturas. Sin embargo estoy también claro de que ambas son solo eso: carreras de grado.

Como grado académico un Administrador de empresas no está muy lejos de un Ingeniero civil, es decir, no es que el conocimiento profesional de estos últimos se encuentra al nivel de alguien con un post-grado.

Mientras se está en la universidad, el escudo es el mismo: el pensum y cuántas materias difíciles tomas. Cuando me dicen “Yo doy siete Matemáticas, tú no sabes lo que es difícil”, pienso “Claro que no lo sé y tampoco me interesa. De hecho, por eso no estudié tu carrera”. En la última revisión no se necesitaba un don especial para estudiar una carrera, más que dedicación y decisión sobre qué hacer profesionalmente con la vida. Ese que tú crees que no sabe lo que es difícil puede comerse tus siete matemáticas con yuca a la hora de tomar decisiones, pues una carrera no condiciona qué tan bueno seas en ciertas materias y todo el mundo tiene materias preferidas dentro de un pensum, según sus fortalezas.

¿Estoy diciendo con esto que tomar siete Matemáticas es fácil? No. Estoy diciendo que “lo difícil” es relativo y el uso de este tipo de excusas solo demuestran un nivel “x” de madurez (o ausencia de ella). Pero ese no es el punto. El punto es que querer jerarquizar el desarrollo profesional dentro de un mundo diverso y multidisciplinario, no aporta nada.

Es entender que el trabajo de unos no es menos por su título, solo es diferente y no es nuestro trabajo. Que el programador necesitará un contable, que el diseñador industrial puede involucrarse en un proyecto de construcción, que el psicólogo y el médico son de un mismo mundo de salud y que no hay una sola carrera omnipotente-todopoderosa que pueda abarcar todas las áreas, ni cuerpo que lo resista.

Minimizar el trabajo del otro, más que sumarnos, nos resta pues demuestra nuestra calidad profesional. No interesarnos en cómo estas disciplinas pueden aportarnos, solo nos hace perder oportunidades de innovación y nos aleja de proyectos más interesantes.

Participa en la discusión en nuestras redes sociales utilizando el hashtag #respetenlosrangos

AYUDA: ¡Quiero un portafolio!

Nuestro egresado de Diseño industrial regresa con un interesante artículo sobre cómo generar tu propio portafolio, es decir tu CV de diseño, y destacarte entre los demás 

 

José Miguel Sánchez Ovalles – MrPichón. | Instagram – Twitter: MrPichon / Mrpichon@Mrpichon.com

 

Es el grito de todo estudiante de diseño, nuevo egresado o profesional del diseño tratando de conocer una nueva área: armar un portafolio.

Las quejas siempre van en orden: “No sé qué poner”,  “Es que no he trabajado con nadie antes” o “Es que quiero que se vea profesional”. Para un diseñador, no tener al menos un portafolio básico es no contar con un CV. Sin embargo: ¿Cómo puedo empezar a crear un portafolio? Empecemos por lo básico:

¿Qué es un portafolio?

Un portafolio es una muestra de tus habilidades en el área de diseño que quieras desarrollarte. Algunos portafolios pueden ser muy diversos, otros pueden ser muy enfocados y la verdad es que no hay un “buen” o “mal” ejemplo a seguir.

¿Cómo puedo empezar uno?

Se puede siempre empezar por lo que se tiene: Los proyectos de la universidad. Sin embargo es bueno mencionar que esos proyectos no te acompañarán por siempre. Puedes mostrarlos mientras crear nuevas piezas o consigues desarrollar nuevos proyectos. También puedes buscar pequeños clientes que requieran servicios de diseño, a los que puedas cobrarles una tarifa menor (nunca dejes de darle valor a tu trabajo) con el fin de lograr algunas piezas de portafolio reales.

¿Y si no consigo clientes?

El mundo no se acaba. Algunas personas no saben sobre nuestras habilidades. ¿Por qué no desarrollar un proyecto personal con tal terminación y calidad que todos puedan entender la calidad de tu trabajo? Ese es el fin de un portafolio ¿No?. Aunque la idea de que las piezas que trabajes sean para clientes reales, eso no debe limitarte a crear tus propios proyectos y documentarlos. Recuerda que lo que quieres mostrar es el nivel de tus habilidades.

Pero ¿Cómo empiezo?

¡Pues buscando inspiración! Busca diseñadores interesantes en redes sociales. Puedes entrar a paginas como Behance.net o Dribbble.com en donde puedes encontrar diseñadores organizados por categorías (y buscar las que mas llamen tu atención) para entender como presentan sus proyectos. También puedes buscar libros como 80 creative challenges, que te dan retos cortos que puedes trabajar de forma bien elaborada para fines de portafoliol.

¡Genial! ¿Alguna última sugerencia?

Recuerda que lo que quieres mostrar es el nivel de tus habilidades. No es la cantidad lo importante, sino la calidad de tus proyectos y como los presentas. Si te gusta un área en particular, demuéstralo: no haces nada queriendo que se acerquen a ti para diseñar muebles, si tu portafolio es exclusivamente de gráfico (nadie sabe que la gallina puso huevos si esta no cacarea) y por último: no tengas miedo de eliminar piezas que no presenten tu desarrollo actual. Pueden restarte mas que sumarte.¡SUERTE!