El Don Adriano que conocí
Por: Xiara Paulino
A distancia lo vi llegar. Un señor de tez clara, alto, alegre y con un carisma inigualable. Entre comentarios cómicos y sonrisas daba los buenos días a todos los colegas del Diario Libre. En medio de la ignorancia de una periodista novata en los medios de comunicación, le pregunto a la diseñadora del periódico (quien se sentaba al lado mío): “¿Quién es el?”. “Ese es Adriano Tejada, ¿Acaso no conoces a tu jefe?”, respondió.
Aunque me reí con ella, me dio una vergüenza inmensa no saber que mi jefe era el señor Adriano. Cuando profundicé sobre quien era y su recorrido como periodista, abogado e historiador dominicano, me di cuenta de lo mucho que perdía al desconocer de su persona.
Todas las mañanas, en mi recorrido hacia el periódico, procuraba leer las noticias para actualizarme de los acontecimientos importantes del día. Lo primero que buscaba al abrir las páginas de la circular informativa era la sección AM, en la cual el señor Tejada se turnaba con la actual directora de Diario Libre, Inés Aizpún, para externar su opinión sobre temas diversos. Ellos despertaban mi curiosidad sobre temas de incidencia nacional. Este fue el apartado que me permitió conocer el sentido crítico de don Adriano en el ámbito periodístico, y las pequeñas semillas que sembró en mí como lectora fueron invaluables.
Pocas fueron las veces que cruzamos palabras. Nos saludábamos con frecuencia, siendo siempre muy cordial, pero nunca pude entablar una conversación con él, salvo la que surgía en medio de mi lectura de sus escritos. Pese a ello, agradezco la oportunidad que me dio la vida de ser su compañera de trabajo, guardando las distancias de una pasante aprendiz de periodismo, y un periodista con una larga y probada trayectoria. Gracias a mi pasantía pude apreciar su lado más humano, pues siempre mostró su verdadero ser y, con humildad y alegría, compartía sus comentarios con los demás periodistas.
En medio de palos periodísticos, que con frecuencia anunciaba en voz alta en la sala de redacción, agregaba un comentario jocoso. Algunos los entendía, y otros no por estar desactualizada. Este tipo de intervenciones eran para mi toda una aventura de aprendizaje, pues mi deseo de entender me hizo investigar los acontecimientos, a veces de más y a veces de menos. Buscaba comprender a lo que él se refería, y así fue como Adriano me hizo aprender sin tener que explicarme en una pizarra.
El miércoles dos de diciembre en la madrugada don Adriano Tejada partió de este mundo, justo el día que debió celebrar su cumpleaños 72. Su partida dejó un enorme vacío en quienes le rodean y un legado de más de 25 años en el periodismo dominicano.
Me entristece saber que hoy no nos acompaña con su estilo de trabajo exigente, arduo y su auténtica personalidad. Pero estoy consciente de que, aunque él no esté aquí físicamente, sus escritos permanecen para siempre, y las huellas que ha dejado en todos los que le aprecian me hacen dar cuenta de que Don Adriano no era un ser humano cualquiera, y tengo la certeza de que su estancia en este mundo no fue una mera casualidad.
Ese fue el Adriano que conocí…El que muchos apreciamos haber conocido.