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30 mil metros cuadrados

Por: José Jiménez/ Estudiante de Comunicación Social y Medios Digitales

Malcolm X decía: “La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy”. Eran momentos de decisión crucial cuando restaban solo algunos meses para vestirme de blanco y caminar por las escalinatas del auditorio donde se cumplió el sueño de lograr una etapa hermosa en la vida: el colegio.

SANTO DOMINGO. -Ser consciente de la realidad que se presentaba frente a mí costó bastante. Saber que tenía que cerrar esta etapa y tomar una de las decisiones más determinantes: escoger la carrera profesional y la universidad para estudiarla.

Cuando entendí que mi mayor logro por alcanzar ya no sería el ser jugador profesional de béisbol, comprendí que mi objetivo sería ir detrás de la comunicación como profesión, por una natural pasión que puse en práctica durante todos mis años de colegiatura. O sea que, las pruebas de aptitudes para mí no eran tan necesarias y la ponencia en mesa de análisis de mi carrera profesional por cursar nunca fue un dolor de cabeza.

Realicé mis pruebas de orientación vocacional y pensé en estudiar Finanzas y Economía por una curiosidad que despertó en mí el libro “Padre Rico, Padre Pobre”.

En el verano del 2017, tomé, dentro de mis posibilidades y la de mi familia, una de las mejores decisiones en mi vida, estudiar la carrera de la cual sería parte de la primera promoción, por su recién apertura: Comunicación Social y Medios Digitales, en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).

Sí, en el INTEC, el espacio universitario que conquistó mis gustos de solo verlo a través de las fotos. Pero, ¿por qué entre otras academias el INTEC es mi favorita? Su diseño de infraestructura está pensado para asemejarse a un modelo universitario de países con una gran población, economía y desarrollo, como Estados Unidos, por ejemplo.

A viva voz se ha escuchado que el espacio en donde está sostenida esta alma máter es una colina donde el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina tenía una de sus casas de veraneo. Alrededor de 30,000 metros cuadrados, sobre los cuales se ha logrado conformar edificios, oficinas, laboratorios, áreas verdes y espacios recreativos.

Tal vez, en 1971 cuando se coordinaba el surgimiento de esta Institución, el campus no se proyectaba de la forma que es hoy día. Sin embargo, el tiempo y la dedicación de todos sus directivos por conformar un campus armónico han capturado la atención y la pasión de estudiantes como yo, que están enamorados de un espacio inclusivo, que permite que habiten y convivan todo tipo de personas.

Así es este campus inteciano, donde los pensamientos emanan de mentes impresionantes, y donde conviven estudiantes dominicanos, extranjeros, becados, personas con diversidad funcional. Recorrerlo una tarde del domingo, día en que solo opera la Biblioteca Emilio Rodríguez Demorizi, tardaría unos cuatro minutos. Pero hacerlo cuando sus almas vivas están presentes, tardaría largos minutos y a lo mejor horas.

La plazoleta, la Biblioteca, el área de comida, el Panalito, las mesas de ajedrez, el nuevo acogedor espacio de Café Santo Domingo, los bambúes, las sombrillas, la plazoleta dos, el Bosquecito, son los lugares que convierten el día a día en INTEC, en una rutina con alto sabor a convivencia, amistad, relaciones y a éxito.

¿Y tú, te atreverías como yo a ser parte de un campus, que, entre sus espacios y sus personas, te acogen a tal punto que no te resultará fastidioso llegar a las 9:00 de la mañana y salir a las 10:00 de la noche?

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