Kathleen Martínez: “No me voy a morir sin descubrir la tumba de Cleopatra”
La arqueóloga dominicana ha demostrado tenacidad a la hora de perseguir sus sueños, ya que contra todo pronóstico logró la primera dominicana en tener un proyecto arqueológico aceptado en Egipto. Su deseo es abrir las puertas a más jóvenes latinoamericanos interesados en esa rama del conocimiento.
Por: Xiara Paulino/ Estudiante de Comunicación Social y Medios Digitales
SANTO DOMINGO – “No me voy a morir sin descubrir la tumba de Cleopatra”, afirmó la arqueóloga y abogada dominicana, Kathleen Martínez, al compartir su historia de vida y su travesía en Alejandría, Egipto, durante estos últimos 13 años, en la entrevista que le realizaron los estudiantes de la Licenciatura en Comunicación Social y Medios Digitales del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) en el programa radial “Encuentros en Radio INTEC”.
Martínez, con 53 años de edad, posee algunas de las características de Cleopatra, la reina más joven de Egipto. De hecho, al estudiar al personaje descubrió que esa mujer egipcia era muy avanzada para la época. “Fue la primera mujer en estudiar en la universidad y hablaba nueve idiomas en total, es decir, todos los idiomas de su época. Era, en resumidas cuentas, una mujer intelectual”, subrayó.
Desde pequeña soñaba con ser arqueóloga e ir a Egipto, porque tenía una fascinación con su cultura y anhelaba con algún día visitar aquellas tierras lejanas. Al principio, sus padres pensaron que era una de las tantas ocurrencias de los niños. Sin embargo, al ver que esa actitud persistía en su adolescencia, empezaron a preocuparse.
Uno de los entrevistadores le preguntó por qué había estudiado Derecho y luego hizo una maestría en finanzas si su deseo era ser arqueóloga, a lo que respondió que, gracias a esas tres áreas del saber ha podido acercarse a la tumba de Cleopatra.
Destacó muy pequeña leía temas relacionados con Egipto y las fascinantes vidas de Cleopatra y de su esposo, Marco Antonio. Tenía el beneficio de que su padre era dueño de la biblioteca privada más grande del Caribe.
“¿Cómo vas a perder tú tiempo con un personaje que no vale la pena?”, le preguntaba siempre su padre, sin embargo, esta interrogante no la desanimaba. Martínez explicó que sus indagaciones sobre Cleopatra derribaron las vendas que los romanos quisieron poner sobre los ojos de todos, haciendo creer una imagen falsa sobre la reina egipcia, cuando esta era un verdadero ejemplo a seguir.
Fascinación por Cleopatra
Kathleen se fascinó con la muerte de Cleopatra y empezó a atar cabos en su cabeza, dándose cuenta de que posiblemente sus restos se encontraban en pasadizos secretos ubicados debajo del templo egipcio Taposiris Magna, el cual estaba dedicado a la diosa Osiris, de quien la reina egipcia era devota.
En 1990, Martínez armó los mapas para encontrar el cuerpo de Cleopatra y, luego de muchos obstáculos y adversidades, partió a Egipto en el 2004 acompañada por una prima. Meses antes de partir, y con un esposo y dos hijos pequeños, le propone a su esposo acompañarla, pero él le responde: “Estás loca, para que nos maten a los dos que te maten a ti sola”. Entre risas de los presentes en el Auditorio Osvaldo García de la Concha del INTEC,
También su familia se opuso a que realizara el viaje, pero su prima decidió apoyarla y acompañarle. Al llegar a Egipto se iba a desmayar de la emoción al ver su sueño realizado, pero su entrada a ese país no fue como lo imaginó. Contó que vivió momentos difíciles y de gran angustia porque después de un largo viaje fue apresada por las autoridades egipcias. “Fueron 20 horas de vejaciones por ser de un país desconocido, por no hablar su idioma y por ser mujer, encerrada solo pensé que mi familia tenía razón”, dijo.
“Me encontraban rodeada de hombres musulmanes extraños, parecidos a los terroristas de las películas. Incluso tomé unos minutos para disculparme con mi prima: Yo te metí en esto, perdóname, le rogaba desesperada, prometiéndole que desde que salieran del arresto se regresarían a República Dominicana”, narró.
Más tarde, un agente le devolvió sus pasaportes y, como si nada hubiese pasado, les dijo: “Welcome to Egypt” (Bienvenidas a Egipto). El temor y la agonía de no saber que pasaba se desvaneció al enterarse del porqué la detuvieron: “El pasaporte de ustedes es de un país que no conocemos, y un país que no tiene embajada en Egipto, no existe”, le dijeron.
A fin de cuentas, ambas se quedaron. Este fue el inicio de todo lo que le esperaba a Kathleen por vivir. Su primera misión fue conseguir un permiso con el Ministro de Antigüedades de Egipto y uno de los arqueólogos más reconocidos a nivel mundial, Zahi Hawass, para explorar los lugares que suponía posibles para su búsqueda de Cleopatra.
Fueron “golpes de suerte” o “bendiciones” los que experimentó Kathleen. Las personas normalmente tardaban cerca de tres meses para conseguir una cita con Hawass y ella la obtuvo en un día porque el guía turístico que contrató lo conocía y le hizo las gestiones.
Tras conseguir los permisos visitó los templos Taposiris Magna y allí fue que se dio cuenta de que realmente ese era el lugar. Al llegar se emocionó y, de un momento a otro, se derrumbó en uno de los pedazos de columna y empezó a llorar, mientras llegaban a su mente pensamientos como “Es imposible que pueda hacer este proyecto”, “Nací en la Republica Dominicana”, “No tengo chance”, “No vengo de una universidad reconocida”, “Nunca se le ha otorgado una licencia (para excavar) a un país de Latinoamérica”. No obstante, se armó de valor y se dijo a sí misma “¿Y si yo consigo la primera licencia de Latinoamérica?”
Se quedó un mes realizando las investigaciones de lugar para concretar el proyecto, regresó a República Dominicana a buscar la ayuda de una universidad y la recibió de la Católica de Santo Domingo. Recordó que el padre Alonso la recibió y expresó que nunca iba a dejar de sorprenderse con las ideas de los dominicanos.
El doctor Hawass recibía frecuentemente a muchas personas. El día en que se iba a reunir nuevamente con él, para conseguir los permisos de excavación, había alrededor de 13 a 40 personas, las cuales entraban a su oficina en grupos y a cada una les daba dos minutos para presentar sus proyectos. Al llegar su turno, el doctor abrió los ojos como platos al escuchar sus ideas.
Kathleen sintió que el tiempo de explicarle su proyecto al doctor Hawass se agotaba y, en un atrevimiento decidió de forma impulsiva golpear dos veces la mesa para que él le prestara atención. Empeñada en defender sus ideas, le echó en cara al doctor Hawass que la ignoraba porque no era de una universidad reconocida y prestigiosa como Harvard.
“Usted cree que solo las universidades prestigiosas pueden tener a personas con ideas, pero no es así, la idea no tiene nacionalidad”, reclamó Kathleen, quien logró llamar la atención finalmente del doctor y el apoyo de la universidad de Harvard, así de un grupo de investigadores integrado por 100 profesores.
Luego de seis largos meses en República Dominicana, aprobaron su proyecto vía correo electrónico, lo que le permite iniciar sus investigaciones oficialmente en 2005. Emocionada por lo que había logrado, inició la búsqueda de la tumba de Cleopatra por los templos Taposiris Magna, en donde aparte de comenzar una aventura, enfrentó nuevos retos. Tanto miembros de su familia como otros arqueólogos que trabajaban con ella se burlaban de sus ideas, pues no creían en su teoría.
Expresó que, quizás por el machismo, de los musulmanes, los encargados de excavar no obedecían a sus mandatos. Un ejemplo de esto era cuando ella indicaba hacer una excavación en un lugar, ellos se iban al lado opuesto, y así pasó el plazo de dos meses que le dieron para realizar algún descubrimiento que indicara que su teoría podía ser posible.
Entre sus hallazgos se encuentran dos cámaras subterráneas y más de 852 piezas de gran valor histórico rescatadas en sus expediciones. También encontró el cementerio más grande de Egipto, el cual contiene más de 800 cuerpos, 20 momias y 14 catacumbas.
El proyecto emprendido por la arqueóloga ha colocado a la República Dominicana en el mapa mundial de la comunidad intelectual por todos los descubrimientos que crearon nuevos aportes a la cultura egipcia. Kathleen comentó que no podrá analizar todo lo que han descubierto en las expediciones, razón por la cual está preparando a arqueólogos latinoamericanos para que puedan continuar con nuevos descubrimientos en Egipto y poner en alto a la América Latina.