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Corea del Sur: una experiencia inolvidable, cambiante y enriquecedora

Colaborador
4 September, 2018

Durante el verano de este año pude participar en un programa de movilidad en Dongseo University en el que aprendí acerca de ICT Convergence, un fenómeno en la industria de las telecomunicaciones para integrar servicios, contenido y medios de comunicación bajo una tecnología central o ecosistema.

Por: Raúl Peña/Estudiante de Término de la Carrera de Ingeniería de Sistemas

BUSAN, COREA.Seguir nuestros sueños y luchar por alcanzarlos debe ser siempre el motor que impulse nuestras vidas, esta frase ha inspirado mi accionar personal y profesional. Como estudiante de término de la carrera de Ingeniería de Sistemas del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) fui seleccionado para representar la región del Caribe en el “GKS Summer Program for African and Latin American Students”, en Corea del Sur.

Ese programa académico enseña ICT Convergence que es un fenómeno en la industria de las telecomunicaciones para integrar servicios, contenido y medios de comunicación bajo una tecnología central o ecosistema.

A través del Departamento de Movilidad Estudiantil del INTEC pude acceder a esta experiencia académica.  Confieso que al inicio estuve un poco dudoso sobre si aplicar o no, pero finalmente me decidí a hacerlo. Para aplicar, me solicitaron mi récord de notas, carta de recomendación de un profesor, carta de dominio del idioma inglés, un ensayo de las razones por la cuales quería participar en ese programa y un ensayo proponiendo un proyecto a desarrollar una vez estando en Dongseo University. El proyecto que propuse fue basado en Digital Forensics.

Ya a inicios de mayo me notificaron que había quedado seleccionado entre 40 estudiantes de Tecnología a ser entrevistados de un universo de más de 300 en la región, me abordaron con preguntas y me examinaron en lógica y algoritmia.

 

Terminado el mes de mayo, recibí el correo informándome que fui seleccionado como único dominicano de Computer Science que participaría en este programa. Y así, cargado de ilusiones e infinito deseo de aprender y crecer, emprendí este camino hacia Corea del Sur.

Estar durante cinco semanas en Corea del Sur fue una experiencia inolvidable, cambiante y que me motivó a seguir luchando por un mejor futuro. En el lado cultural, este programa me brindo una inmersión sin igual, pude visitar templos antiguos, museos de historia antigua/moderna y monumentos históricos. También tome clases de coreano y de cocina (cocine bulgogi), experiencia con instrumentos (Janggu), vestimentas clásicas (Hanbok) y también clases de artes marciales (Taekwondo).

En el lado académico, el programa me ofreció clases en Internet de las Cosas, Machine Learning e Inteligencia Artificial, Visión de Computadoras, Realidad Virtual y Forensia Digital (Investigación de Crimen Digital). Las clases eran de muy alto nivel, con excelentes profesores los cuales exigían horas de estudio fuera de clases. Los profesores fueron muy atentos y se interesaron por conocer nuestras pasiones, deseos de aprender, investigar y crear. También eran muy divertidos, en ocasiones nos invitaron a cenar y a karaokes a cantar.

Como estudiante en Corea del Sur me hospedé en un dormitorio de la universidad, en el mismo tenía un compañero de cuarto e inmediatamente asumí responsabilidades como lavar mi ropa, ordenar mi cuarto, planchar, limpiar mi habitación y baño. Por pura casualidad nuestro programa colisiono con un intercambio asiático de verano (ASP Summer Program), y esto me permitió conocer a jóvenes asiáticos de más de 13 diferentes países, cada país tiene su toque, aprendí bastante de la cultura de algunos de ellos con los que hice amistades.

Estudiar en el extranjero me permitió abrir mi mente culturalmente, Corea del Sur es un país con tradiciones muy diferentes y marcadas: maneras de conversar, formas de relacionarse con los demás, modales, tabúes y actividades sociales. Los coreanos son personas bien tranquilas, muy puntuales y alegres.

Como extranjero me sentí, en ocasiones, en el foco de atención, pero fui sorprendido múltiples veces por la gran amabilidad de los coreanos hacia nosotros. También, a pesar de que Busan es la segunda ciudad más grande de Corea del Sur, con una población de aproximadamente 3.4 millones, las personas la ciudad te hacen sentir como parte de una gran comunidad. Fueron pocas las veces en las que vi personas caminando solas. Los coreanos realizan todas las actividades en grupo, se ayudan, almuerzan y se divierten (tanto así, que en los restaurantes sirven muchos platos para compartir en el centro de la mesa y en ocasiones si todos ordenamos lo mismo pues lo sirven en un solo plato en el centro). Este sentido de comunidad y de transmitir siempre alegría a los demás es algo que no es tan fácil de encontrar en las ciudades modernas, ya que todos están concentrados en sus vidas.

También esta experiencia trajo consigo dificultades y situaciones donde me toco utilizar mi intuición para seguir adelante. Imagínate estar en una ciudad sin manejar el idioma en que la mayoría no habla inglés ni el español, donde todo estaba en coreano.

Recuerdo durar más de 20 minutos tratando de ordenar una hamburguesa pues no tenía Internet para ayudarme de Google, pero logré hacerlo a través de señas (no oficiales) mientras me reía con la cajera. En otra ocasión tuve que tomar el metro y el autobús por mi cuenta y me encontré con la necesidad de pedir ayuda dentro del autobús porque las paradas estaban en coreano y mis instrucciones estaban en inglés. Al final solo mi intuición y creatividad me ayudo a pedir esa hamburguesa y a bajarme en la parada indicada. Definitivamente, sumergirme en una cultura tan distinta a las culturas latinoamericanas constituyó un espacio de crecimiento que me ha dado herramientas valiosas para seguir mi proceso de formación como ser humano y futuro profesional comprometido con mi generación y mi país.

Esta movilidad me brindó la  oportunidad de interactuar con unos 20 estudiantes de Latinoamérica, procedentes de México, Costa Rica, Guatemala, Colombia, Brasil, Perú, El Salvador, Ecuador, Bolivia, Argentina y Chile, lo que me permitió nutrirme de otros modelos de trabajo, que si bien es cierto tienen puntos de diferenciación, no es menos cierto que tenemos grandes objetivos comunes que nos dan las bases para desarrollar programas globales, inclusivos, que favorezcan el desarrollo tecnológico de nuestra región y nos permita contribuir al desarrollo de nuestras sociedades.

Raúl Peña

 



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