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Las pirámides de los sueños rotos

Colaborador
27 January, 2015

El profesor Víctor Féliz nos escribe sobre un método de riqueza rápida que ha ganado popularidad en los últimos años: las pirámides. Explica que en vez de ayudarnos, son espirales de engaños y sueños rotos.

Víctor T. Féliz / victortfeliz@gmail.com
Una pirámide es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de muy altos intereses a los participantes pero este pago proviene del propio dinero invertido por la persona o del dinero de nuevos participantes. Las altas ganancias que obtienen los primeros inversionistas son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otras personas que caen engañadas por las promesas de recibir grandes beneficios.

El sistema funciona solamente si crece la cantidad de nuevas víctimas. Por lo tanto, el éxito de este esquema de estafa disfrazado de negocio se basa en que los participantes convenzan a más incautos con el objetivo de que se continúe alimentando a la cúspide de la red, que son quienes en definitiva se quedan con el gran dinero del público.

En República Dominicana las pirámides se reproducen por doquier y los principales inversores son personas de clases media y media alta, al igual que muchos jóvenes profesionales y estudiantes universitarios, quienes confían sus ahorros a un utópico modelo de negocios que no conocen y que generalmente, no tiene oficina física, personería jurídica, ni se conoce a sus ejecutivos principales. Sin que sea suficiente que inviertan sus propios recursos, son impulsados, por la red, a convencer a familiares, amigos y allegados para que hagan lo propio, logrando que muchos más compartan sus sueños de abundancia, pero también, la inminente pérdida de su dinero, sin pensar en las consecuencias futuras de esta mala decisión.

En los últimos veinte años hemos tenido en nuestro país varios modelos piramidales que han engañado a miles de dominicanos, sin embargo, seguimos apostando en este tipo de “negocio”. Al parecer no aprendemos de las experiencias pasadas. Particularmente, no comprendemos qué puede llevar a una persona a asumir tan elevados riesgos por correr detrás de una rentabilidad que ellos mismos saben que no es real, y que por lo tanto, no será sostenible en el tiempo.

Los dominicanos no somos tan ingenuos como aparentamos al reincidir en este comportamiento, debe existir un perfil psicológico y social que motive estas actuaciones, ya que muchos de los “engañados” son profesionales, algunos del área financiera, otras son personas con habilidades de negocios que conocen sobre inversión, rentabilidad y riesgos.

Por muchos años, hemos estado orientando a nuestros estudiantes, parientes y amigos para que: rechacen cualquier propuesta de negocio que prometa pagar alta rentabilidad con poco esfuerzo, no compren nada que le ofrezcan muy barato, no adquieran en la calle lo que puedan obtener en un establecimiento comercial, que cuando alguien le plantee un negocio en el que se va a ganar mucho dinero le pregunte por qué no lo aprovecha él mismo. Ese es el comportamiento sensato y moderado que pocos ejercen y por eso continúan trabajando como ovejas y comprando sueños a los lobos.

Es necesario que los dominicanos entendamos que el dinero fácil no existe, que no llega de golpe, que no necesitamos tener demasiado para vivir, que es preferible que muchos tengan algo a que un solo tenga mucho. Que la individualidad nos lleva a pensar en acumular y no en compartir, que lo que importa no es que muchos pierdan, siempre que yo gane, sino que todos ganemos aunque sea poco.

“El verdadero medio de ganar mucho consiste en no querer nunca ganar demasiado”. François Fénelon.



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