El valor de las pequeñas cosas
Laura Marcelino / lauramarcelino10@gmail.com
Mientras buscaba concentradamente en mi computador, inmersa en mis deseos de éxito laboral, un documento solicitado por mi jefe, me detuve ante la presencia de una paloma negra que se posaba en mi ventana. Inmediatamente bauticé aquel momento como “la bendición del día”. Rápidamente y con esa excitación con la que los jóvenes de este tiempo solemos captar todo en nuestros teléfonos, tomé mi celular para retratar el singular acontecimiento. Segundos antes de presionar el botón de la cámara, acercando mi aparato al ave, está alzó sus alas y se marchó.
Entonces comprendí como la tecnología, a pesar de habernos traído un sinnúmero de beneficios, muchas veces provoca la extinción de pequeños placeres e instantes de la vida. Que al final lo que importa es capturar el momento, pero en el corazón, para que una vez escondido allí pueda realmente florecer en nosotros.