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El poder de las sillas

Adriana Del Conte
13 June, 2011

Nelson Taveras tiene más de una razón para celebrar: ganó el primer y segundo lugar de “Diseña la Silla 2011”. Fue uno de los estudiantes de Diseño Industrial de INTEC que participaron en el concurso dirigido a estudiantes universitarios celebrado en junio en el marco del First Interior Design Show, en el Hotel Dominican Fiesta. Y a todos les fue muy bien: de las 8 piezas finalistas, 4 (las dos de Nelson, la de Richard Delgado, y la de Leanny Lebrón) eran intecianas.

Sentado sobre su esfera de cartón corrugado, a la que ha bautizado “Moon Chair”, silla luna, Nelson nos cuenta cómo nacieron estas piezas ganadoras. Y comenta que su favorita, en principio, era la silla puente (“Bridge Chair”), no la Luna, por lo innovador del diseño de piezas independientes unidas sin pegamento con soga tensada, a partir del concepto estructural del arco en la distribución de la fuerza. “En esa me fajé por varias semanas”, explica. La Luna, que resultó la favorita del jurado, tuvo a su favor la escasez de recursos que obligó a Nelson a cambiar de materiales.

“El hecho de que fuera en cartón ayudó mucho. Yo tenía mis votos jugados en la otra, porque es más innovadora, pero supe que la gente prefería la Moon”, explica.

“Ambos conceptos son geniales”, comenta Arancha Toribio, con un orgullo que se filtra por la colita de los ojos. Como coordinadora de la carrera, está que no cabe en sí misma: “Lo chulo de nuestros proyectos es que todos los muchachos construyeron sus sillas, no sólo las diseñaron. Y eso hace una gran diferencia”. Lograr resistencia y comodidad pegando planchas de cartón en plano seriado es como para un premio. Que resulte cómoda, aun más. Así como lo es lograr un ottoman (o una butaquita, como quieras verlo) desarmable en forma de arco perfecto.

Quizá no lo hubiera logrado solo, pero no fue necesario descubrirlo. Contó con sus compañeros, tanto en apoyo monetario como en horas de trabajo. Alejandro Alcázar, por ejemplo, compartió con Nelson cuatro amanecidas. “El corte lleva mucho tiempo, porque es un proceso manual y tiene que ser muy perfecto”, cuenta.

Arancha también se siente premiada. Después de todo “nuestras ideas y nuestra Escuela están saliendo de las cuatro paredes de la universidad, y eso me gusta”. Ojalá, insiste, todos se animen en participar en este tipo de iniciativas. ¡Y a ganar!

EL SERRUCHO

El “Design Power” como dice Arancha, se muestra en colectivo. El tiempo para fabricar los prototipos era breve, (¿qué hay de nuevo en eso?) y escaso el dinero disponible. Todo el presupuesto se le fue a Nelson en la primera silla, la “Bridge”, cuya fabricación salió en 6,500 pesos. Producir la “Moon” en playwood habría salido en unos 14,000 pesos, en cambio, si la hacía en cartón, bajaba a 8,000. Aun así, los numeritos no daban. Pero los compañeros decidieron a ayudarlo. Alejandro Alcazar, Narciso Contreras, Claudia Liranzo, Laura Portuondo, Laura Bengoa, Elsy Andújar, Emilia Espaillat, Amaya De Jesús, Adrián Medrano e Iván Reynoso hicieron una colecta y sumaron entre todos 5,000 pesos. No importa cuántas sierras haya en el taller de Diseño, ese serrucho mostró compañerismo y sentido de equipo. Ese es el premiazo. 



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