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Tag: Marianny Matos

Cuidado de la salud mental en el siglo XXI

Marianny Matos Hidalgo, Presidente CEMED 23-24

A propósito del Día Mundial de la Salud Mental: A medida que la sociedad moderna enfrenta un acelerado ritmo de vida, la globalización, la sobreexposición a la tecnología y el aislamiento social, los trastornos mentales han alcanzado proporciones alarmantes

SANTO DOMINGO. – En el siglo XXI, el cuidado de la salud mental ha emergido como una prioridad crucial en el ámbito de la salud pública. Uno de los aspectos más relevantes del cuidado de la salud mental es el reconocimiento de que los trastornos mentales no discriminan. Pueden afectar a cualquier persona, sin importar su edad, género, nivel socioeconómico o cultura.

La Organización Mundial de la Salud estima que más de 300 millones de personas en el mundo padecen de depresión, mientras que la ansiedad y otros trastornos psicológicos han experimentado un notable incremento. Ante esta realidad, la salud mental ya no puede ser ignorada o estigmatizada. Cuidar la salud mental en este siglo es esencial para lograr sociedades más saludables, productivas y resilientes.

En las últimas décadas, hemos visto cómo figuras públicas, deportistas, artistas y profesionales han roto el silencio sobre sus propias luchas con la depresión, la ansiedad y otros trastornos, ayudando a desmantelar el estigma que históricamente ha rodeado la salud mental. Este avance hacia una mayor visibilidad y apertura es un paso fundamental, ya que muchas personas han evitado durante años buscar ayuda por miedo a ser juzgadas o etiquetadas negativamente.

En un contexto global donde las enfermedades mentales afectan a millones de personas, derribar el estigma es vital para que más individuos se atrevan a buscar el tratamiento que necesitan.

Origen de los trastornos

En este siglo, los trastornos de salud mental se han vuelto más comunes y visibles en comparación con épocas anteriores, debido a una serie de factores sociales, tecnológicos y culturales. Aunque los problemas de salud mental han existido siempre, las condiciones actuales han creado un entorno que favorece el desarrollo o la exacerbación de estos trastornos. Uno de los principales motivos es el ritmo acelerado de la vida moderna.

La sociedad contemporánea impone una constante presión para ser productivo, exitoso y competitivo, lo que genera altos niveles de estrés. Muchas personas se ven atrapadas en una carrera interminable para cumplir con las expectativas laborales y personales, lo que a menudo deja poco espacio para el descanso, el ocio o la desconexión. Este estrés prolongado ha dado lugar a un aumento significativo de la ansiedad, la depresión y el síndrome de agotamiento profesional, conocido como burnout.

La revolución digital y el uso masivo de la tecnología también han transformado profundamente la vida cotidiana y, con ello, la salud mental. La omnipresencia de los teléfonos inteligentes y las redes sociales ha cambiado la manera en que interactuamos y, aunque facilita la comunicación, también ha creado nuevos problemas psicológicos.

Las personas están más expuestas a la comparación constante, la búsqueda de validación en línea y el fenómeno del “miedo a perderse algo” o FOMO, lo que incrementa la ansiedad y la inseguridad. Además, el estar siempre conectados y bombardeados por información genera fatiga mental, afectando el bienestar emocional de muchas personas.

A pesar de esta hiperconectividad digital, el aislamiento social ha aumentado. Aunque estamos más “conectados” a través de redes sociales y dispositivos móviles, muchas personas experimentan soledad y falta de vínculos emocionales profundos. La disminución de las interacciones cara a cara y el debilitamiento de los lazos comunitarios que antes ofrecían apoyo emocional han contribuido al incremento de trastornos como la depresión. Este fenómeno se intensificó durante la pandemia de COVID-19, que exacerbó el aislamiento físico y emocional en todo el mundo.

La tecnología y otros factores como apoyo a la salud mental

El auge de las tecnologías de la información de igual manera ha transformado positivamente el cuidado de la salud mental en la actualidad. Las aplicaciones móviles de terapia cognitivo-conductual, las consultas con psicólogos en línea y el uso de la inteligencia artificial para diagnosticar y monitorear síntomas son ejemplos de cómo la tecnología ha hecho que el acceso a la atención mental sea más asequible y accesible. En países o comunidades donde el acceso a servicios de salud mental es limitado, estas herramientas pueden marcar una diferencia significativa al permitir que las personas reciban apoyo cuando más lo necesitan.

La tecnología, en su esencia, es una herramienta de infinitas posibilidades, pero su verdadero valor radica en el uso que se le otorgue. Es un lienzo en blanco que, dependiendo de la creatividad y la intención del usuario, puede convertirse en un vehículo de innovación, progreso y conexión. Cuando se emplea con sabiduría, la tecnología puede ser un faro que ilumina el camino hacia un futuro más brillante, facilitando la comunicación, el aprendizaje y la exploración. Sin embargo, también puede convertirse en un eco vacío o una distracción si se utiliza sin reflexión ni propósito.

Otro elemento clave en el cuidado de la salud mental en el siglo XXI es la creciente comprensión de que la salud mental está íntimamente ligada al bienestar físico y social. Hoy sabemos que el estrés crónico, la mala alimentación, la falta de sueño y el sedentarismo pueden desencadenar o agravar trastornos mentales. Por tanto, la atención integral al paciente, que abarque tanto el cuerpo como la mente, es fundamental.

Una de las lecciones más claras que ha dejado el siglo XXI es que el cuidado de la salud mental debe ser preventivo, no solo reactivo. Esperar a que los síntomas de un trastorno mental se agraven para buscar tratamiento es una estrategia ineficaz y costosa.

En este siglo, cuidar nuestra salud mental es crucial debido a las demandas constantes y el ritmo acelerado de la vida moderna. Es importante priorizar el autocuidado estableciendo límites claros entre el trabajo y la vida personal. Esto incluye;

  1. Aprender a desconectar digitalmente, reservando tiempo para actividades que nos relajen y nos den placer.
  2. Cultivar relaciones sociales sólidas y buscar apoyo emocional cuando sea necesario puede fortalecer nuestra resiliencia.
  3. Practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación o el yoga, puede ayudar a mantener la calma y mejorar nuestra capacidad para enfrentar desafíos.
  4. Estar atentos a nuestros pensamientos y emociones, buscando ayuda profesional si es necesario, es fundamental para preservar y promover nuestra salud mental a largo plazo.

Con el aumento en la visibilidad de los problemas mentales, el acceso a nuevas tecnologías de tratamiento y un enfoque integral que vincule la mente con el cuerpo y el entorno social, es posible avanzar hacia una mayor comprensión y mejor manejo de las enfermedades mentales. Sin embargo, es esencial continuar derribando el estigma, promoviendo el acceso equitativo a servicios de salud mental y apostando por la prevención desde una edad temprana. Solo de esta manera podremos garantizar una sociedad más saludable y resiliente en el futuro.

Infecciones resistentes a los antibióticos podría causar hasta 10 millones de muertes anuales a nivel mundial en 2050

Marianny Matos Hidalgo, Presidente CEMED 23-24

En el panorama de la medicina contemporánea, la resistencia a los antibióticos emerge como una preocupación urgente y creciente. Este fenómeno, que ha evolucionado rápidamente debido al uso excesivo e inapropiado de antibióticos, representa una amenaza global para la salud pública. Es importante concientizar a las comunidades para una toma de medicamentos de manera prudente.

SANTO DOMINGO. – La resistencia a los antibióticos se desarrolla cuando las bacterias, expuestas repetidamente a estos medicamentos, evolucionan para sobrevivir y proliferar incluso en presencia de tratamientos farmacológicos. Esta resistencia puede transmitirse entre bacterias y es exacerbada por prácticas como la automedicación, el uso inadecuado en la medicina veterinaria y la agricultura intensiva.

El impacto de la resistencia antimicrobiana es significativo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que para el año 2050, las infecciones resistentes a los antibióticos podrían causar hasta 10 millones de muertes anuales a nivel mundial si no se toman medidas efectivas. Esta crisis no solo compromete tratamientos médicos básicos, sino que también aumenta los costos de atención médica y prolonga las estadías hospitalarias.

Las infecciones por bacterias resistentes son más difíciles de tratar, requieren medicamentos más costosos y generan estancias hospitalarias prolongadas. Este problema amenaza con revertir décadas de avances médicos. Procedimientos de rutina como cirugías, tratamientos contra el cáncer o trasplantes de órganos se vuelven más peligrosos sin antibióticos efectivos para prevenir y tratar infecciones.

Acciones necesarias y urgentes

La principal causa de la resistencia es el mal uso de los antibióticos. En muchas ocasiones, se prescriben para infecciones virales, como el resfriado común o la gripe, en las que no tienen ningún efecto, o se utilizan incorrectamente en tratamientos incompletos, lo que permite que las bacterias más resistentes sobrevivan y se multipliquen. Además, el uso indiscriminado de antibióticos en la producción animal, para prevenir enfermedades en condiciones de hacinamiento y no solo para tratar infecciones, ha acelerado la emergencia de bacterias resistentes.

Para abordar este desafío, se requiere una acción concertada a nivel global. Las estrategias clave incluyen la promoción de la vigilancia de resistencia antimicrobiana, la educación sobre el uso adecuado de antibióticos tanto en la práctica médica como en la agricultura, y el desarrollo de nuevos antibióticos y alternativas terapéuticas. Además, es crucial fomentar la conciencia pública sobre la importancia de preservar la efectividad de estos medicamentos vitales.

Estrategias de prevención

Para combatir la resistencia a los antibióticos y prevenir su avance, es fundamental adoptar un enfoque multidimensional que abarque diversos niveles del sistema de salud y la sociedad en general. 

En primer lugar, uno de los pilares clave es el uso racional de antibióticos, tanto en la medicina humana como en la veterinaria. Los profesionales de la salud deben ser más estrictos en la prescripción de estos medicamentos, asegurándose de que solo se utilicen cuando realmente son necesarios y siempre de acuerdo con los protocolos adecuados. 

La educación de los pacientes juega un papel crucial en este aspecto, ya que es importante que comprendan la importancia de seguir los tratamientos hasta el final, incluso si los síntomas mejoran antes. El incumplimiento de los tratamientos genera resistencia porque las bacterias más débiles mueren primero, pero las más fuertes sobreviven y se multiplican.

Otro aspecto importante es la implementación de programas educativos amplios que sensibilicen a la población sobre el problema de la resistencia. Es necesario concienciar no solo a los pacientes, sino también a los médicos y farmacéuticos, acerca de las repercusiones del mal uso de los antibióticos. 

El acceso a pruebas diagnósticas rápidas también es vital para que los profesionales de la salud puedan identificar rápidamente si una infección es de origen bacteriano o viral, evitando así el uso innecesario de antibióticos en casos en los que no son efectivos, como ocurre con los virus.

En el ámbito hospitalario, mejorar las medidas de control de infecciones es otra estrategia esencial. Los hospitales deben adoptar protocolos estrictos de higiene, como el lavado frecuente de manos y la desinfección adecuada de superficies y equipos médicos, para evitar la propagación de bacterias resistentes. La reducción de infecciones en estos entornos implica menos necesidad de tratamientos antibióticos, lo que a su vez reduce la presión evolutiva sobre las bacterias para desarrollar resistencia.

El desarrollo de nuevos antibióticos y alternativas terapéuticas es un área en la que también se debe invertir. Sin embargo, dado que la investigación en este campo ha sido limitada en los últimos años, los gobiernos y organismos internacionales deben desempeñar un papel activo para incentivar a la industria farmacéutica. Esto puede lograrse mediante subsidios, apoyo a la investigación y mecanismos que hagan financieramente viable la creación de nuevos fármacos. 

Al mismo tiempo, es crucial promover investigaciones en tratamientos alternativos, como las bacteriófagos (virus que atacan bacterias), terapias basadas en el microbioma, y la exploración de vacunas que prevengan infecciones bacterianas.

La resistencia a los antibióticos no es solo un desafío científico y médico, sino también un problema ético y económico que requiere la colaboración de gobiernos, industrias farmacéuticas, profesionales de la salud y la sociedad en general. Solo mediante esfuerzos coordinados y sostenidos podremos enfrentar esta crisis y asegurar que las generaciones futuras puedan beneficiarse de tratamientos médicos efectivos y seguros.