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De limpiabotas a Ingeniero Civil

Conoce la historia de quien demostró que el éxito está determinado por esa fuerza inmensa de la auto determinación, que habita dentro de nosotros mismos, y que no flaquea a pesar de las circunstancias difíciles

Khayssy Cruz

A veces, desconocer ciertas cosas nos cohíbe de apreciar nuestro propio valor. Pero al conocer personas como las que presentamos a continuación entendemos que todo, absolutamente todo lo que de corazón deseamos, con esfuerzo, dedicación y sobre todo fe lo podemos alcanzar.

Él es Julio Cesar Paniagua. Quizás al verlo lo reconoces, porque además de que por años perteneció a los colaboradores de nuestra biblioteca, también es inteciano. Pero ¿qué historia hay detrás de ese rostro que, por encima de todo, transparenta una incomparable integridad?

Julio es una persona común y corriente que, a diferencia de muchos, tuvo que sobre esforzarse para alcanzar sus primeras metas.  De un hogar liderado sólo por su madre, y siendo el mayor de cinco hermanos, desde niño y mientras estudiaba en la escuela Fray Ramon Pané, tuvo que recurrir al trabajo de limpiabotas, como única vía para ayudar económicamente a su familia.

Con 13 años de edad, exactamente el 29 de noviembre de 1999, adoptó los alrededores del INTEC como su “zona de trabajo”, y fue entonces cuando comenzó su sueño de algún día poder estudiar en dicha institución. Investigó las diferentes vías a las que, a pesar de sus escasos recursos, podría recurrir para lograrlo. Fue entonces, en septiembre de 2005, cuando ingresó como auxiliar de la biblioteca en Servicio al Público; tomando en cuenta que INTEC facilita beneficios a sus colaboradores en el pago de la matricula al momento de cursar sus carreras en la universidad.

JP GraduaciónUn año después, en 2006, cuando su tiempo en la institución le permitió hacer uso de sus beneficios, Julio inició sus clases en la carrera de Ingeniería Civil.

Durante el proceso, entre altas y bajas de la vida, se mantuvo estudiando y laborando, pues era la única forma que tenia para garantizar su carrera. En enero de 2010 logró concluir todas sus materias, graduándose en octubre del mismo año.

Al abordarlo, Julio acentúa de forma sutil, que sus planes nunca pudieran haberse materializado, sin la especial intervención de personas que jugaron un papel muy importante en esta etapa. Entre ellos cita a sus compañeros de trabajo, quienes según sus palabras, llegaron a convertirse en su familia: “Su apoyo moral y a veces hasta económico, fue imprescindible para mi”. Asimismo menciona a  Manuel Eduardo Roa Arboleda, y al egresado Eglenin Morrison, de quienes también recibió ánimos y apoyo incondicional.

En lo laboral, Julito (como cariñosamente le dicen sus compañeros), comenzó a trabajar con la Constructora Obras Y Tecnología (OTESA) con quienes se desplazó a Barahona como Ingeniero Residente en la construcción de una oficialía civil de la JCE; y luego hacia Haití a la reconstrucción de un Hospital. De allí regresó a principios del 2013 para trabajar en la remodelación de un hotel en Punta Cana, donde actualmente se desempeña como Ingeniero Supervisor por la propiedad.

Al final del encuentro, Julio quiso compartir con los lectores de La Colmena el siguiente mensaje: “Nadie dijo que sería fácil. Si luchas por un sueño, lo mejor es hacer las cosas bien, sin importar los obstáculos. Siempre habrá una opción: si te caes, levántate con más ánimo, y si lloras, piensa que tus lágrimas son bendiciones para lo bueno que vendrá. Recuerda siempre que si lo puedes soñar,  lo puedes realizar. ¡Ánimos! que las metas con esfuerzo, son las que más se disfrutan”.

 

 



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