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Librerías: de las estanterías a las cajas

Por: María Avila/ Estudiante de Comunicación Social y Medios Digitales 

República Dominicana cuenta con la Ley 502-08 del Libro y Bibliotecas, que busca establecer normas y principios para democratizar la lectura y el acceso al libro en el país.

La Zona Colonial es conocida por acumular historia sobre sus murallas. Por esas calles, no hace mucho tiempo que habían más de diez librerías aceptando personas entre sus estanterías. Desde el 2015 han cerrado el 70%, no solo en esa área, sino en toda la capital según datos entregados por Dennis Peña, presidente de Asociación Dominicana de Libreros (ASODOLIBRO).

“El cierre mundial de las librerías es por el avance de la tecnología y la falta de política de los estados, en algunos países más que otros, como el nuestro donde el gobierno no hace nada para proteger las librerías”, reclamó Peña, pero ¿será esta la verdadera razón de su cierre?

Las librerías no solo se encargan de vender libros, sino que son uno de los muchos centros donde se comparte cultura. Los eventos como charlas, conferencias, talleres y tertulias aportan mucho al enriquecimiento de la población. El hecho de que hayan cerrado una gran cantidad de estas en los últimos años es algo preocupante.

Más allá del lugar físico y la pérdida cultural de cada librería cerrada, hay un librero que queda entre la espada y la pared sin saber qué hacer. Este es el caso de Víctor Santos, que se encuentra trabajando en la Editora Nacional luego de que su librería Philobiblia quebrara en el 2014.

“Tuvimos una crisis fuerte de psiquiatra hace dos años, porque vio [su esposa] como se fue desvaneciendo aquello, todos los sueños, el local. Yo lloré amargamente”, lamentó Santos. Además, comenta como casi pasó hambre y todavía carga “con la librería al hombro en la casa”, ya que le quedan algunos libros en cajas.

Este es el mismo caso de Luisa Rodríguez y Santiago Povedano, dueños de la clásica Librería Mateca que trabajó por más de 43 años y cerró al público en 2013. Solo realizan encargos específicos, como proyectos para bibliotecas o hacer grupos de personas para vender ejemplares específicos que ella sabe que le interesan a ese segmento de la población.

Cuando estaban por cerrar, Rodríguez explica que no sabía exactamente que iba a hacer, pero había “mucha pena en el pueblo, porque nosotros dábamos servicios a grandes empresas para los textos escolares”.

La ley del Libro 

En el mes de diciembre del año 2008 se promulgó la Ley 502-08 del Libro y Bibliotecas que buscaba, según el artículo número tres, establecer normas y principios para democratizar la lectura y el acceso al libro en el país, lograr un desarrollo de la industria editorial y estructurar un Sistema Nacional de Bibliotecas.

“Existe la ley del libro que era precisamente para fomentar. Eso nunca pasó de letra muerta. Hay muchas leyes que existen pero no se cumplen”, reclama Francisco Valdés desde su escritorio en la librería Avante.

Victor Santos declaró que para redactar la ley “Trajeron a un colombiano muy bueno, pero no se hizo nada con ella”. Para él, a pesar de que la ley tiene muchas ayudas como estar exentos de ITBIS, la mayoría de los artículos no se aplican.

Con esto también concuerda Luisa Rodríguez: “fue una ley muy hermosa y trabajé mucho con ella con él ministro anterior (…). Lo que ha fallado, por ejemplo, es que dice que los ayuntamientos tienen la obligación de hacer en su terreno bibliotecas y todavía no han hecho la primera. Dicen que las empresas que inviertan en bibliotecas se les va a reducir el impuesto sobre la renta, no lo han hecho, porque no les interesa.”

Santos también destaca que la exoneración de impuestos si funciona, pero que “hay que dar mucha vuelta. Hay que venir a buscar una carta. Detrás de la carta pierdes una semana y él que es importador sabe desde que llega una mercancía a aduanas, te sacan el dinero por el tiempo que eso dura en el almacén. Si tu me pones a dar vueltas cada día a mi mercancía, voy a pagar más por almacenaje que por lo que tu me vas a exonerar.”

Rodríguez expresa que “El libro es un elemento muy noble y no deja grandes dividendos, por eso a nadie le interesa mucho eso”. En esto concuerda con Víctor, ya que para él, esta ley no se aplica tanto como la de cine porque no hay empresarios interesados en la industria editorial.

¿HAY LECTORES EN SANTO DOMINGO?

Entre la población de República Dominicana, la afirmación de “es que el dominicano no lee” es muy famosa, pero nunca se sabe que responder. Para muchos, en el país hay lectores, pero se encuentran ocultos detrás de sus libros.

Por ejemplo, Astrid Valenzuela, de la librería Mamey, expresa que no está muy de acuerdo con la afirmación de que en el país no se lee, ya que hay una “comunidad de intelectuales y académicos muy importante”. Pero la afirmación para ella pasa a ser cierta cuando se habla del dominicano promedio.

“Pero es un problema cultural, de educación y políticas públicas, porque no se promociona como una fuente de mejoría de la población. La lectura y la cultura del libro no se promociona y quienes se aprovechan de eso solo somos nosotros los privilegiados”, agregó.

El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) realizó un estudio en varios países de latinoamérica sobre el comportamiento lector. Una de las conclusiones a las que llegaron es que República Dominicana tiene la segunda menor población de no lectores, con un 32% solo por encima de Chile, que tiene un 20%.

Ya en una encuesta mucho más segmentada, la última encuesta sobre hábitos de lectura que se puede conseguir es una realizada por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) en el año 2002.

En dicha encuesta, ante la pregunta sobre si leen libros de cualquier género, el 58.5% respondió que si, sea de vez en cuando o con frecuencia. Pero al preguntarles sobre hace cuánto no compran un libro, la tercera parte del total de los encuestados tiene más de un año que no compra libros, pero, el promedio compra uno cada seis meses.

Para actualizar estos datos, se realizó una encuesta a 70 personas de la capital, donde el 65.7% se define como lector frecuente.

Esto es algo que destaca Luisa, ya que para su opinión, no puede decir que ha decaído la lectura de libros porque ella los sigue vendiendo, sino que se ha transformado. “Yo particularmente pienso que hay que trabajar al ritmo de la gente. Los jóvenes están acostumbrados a comprar por internet. El que quiera un libro nos contacta. Adecuarse a los tiempos.”

El mundo se está actualizando y muchos prefieren comprar sus libros por Amazon. El problema no es la falta de lectores, sino la falta de actualización de los lugares físicos que podrían tener una página web.

“Las librerías del país deberían optar por ser librerías más modernas como las de otros países donde uno puede ir a leer, tomarse un café, usar internet, que sea una librería más adaptada a la generación de ahora del siglo 21”, responde una mujer de 32 años ante la pregunta de por qué es necesaria la innovación en las librerías.


También, se menciona mucho las dificultades para trasladarse al lugar, falta de técnicas de marketing, que es más fácil ordenar el libro por internet o que ahora las personas leen más en digital. El 3% de los encuestados recurre a la piratería para leer, es decir, bajar los libros ilegalmente. Es un número relativamente bajo.

En cambio, un 19.6% de los encuestados están totalmente seguros de que la tecnología e innovación no tiene nada que ver. Entre las razones mencionan que si te gusta leer en serio vas a visitarlas, que todas tienen los mismos libros y por eso no vale la pena ir, los altos costos de los libros y la falta de fomento a la lectura.

Una nueva tendencia: las librerías online

Ante toda esta crisis, siempre aparecen personas innovadoras que buscan poner un pequeño grano de arena para intentar ayudar. Este es el caso de Librería Dominicana y Booktique, dos emprendimientos que a través de redes sociales y páginas web, venden los libros de su catálogo.

Carla Domínguez, dueña de Booktique, dice que su página funciona tal cual como cualquier tienda online, “solo tienes que elegir el libros que te interesa, agregarlo al carrito de compra y dar check out”.

La principal ventaja para ella de ser totalmente digital es que no tienen que pagar un local ni los servicios como luz, agua y demás para mantenerse, también lo que es la organización de los libros. La única desventaja es organizar los libros en la plataforma cuando llegan los nuevos ejemplares. “Ese es el trabajo más arduo organizar, subir, clasificar y colocar la sinopsis, pero en cuestión de costos es muchísimo más efectivo”, explica Carla.

Por otro lado, también agregó que para el usuario es mucho más fácil buscar en una librería online que ir a una librería física y buscar título por título.

Hay personas que compran si ven una portada que les es familiar o se les hace mucho más fácil leer las sinopsis sentado en tu casa. Además, su público más fiel son los jóvenes: “Lo que más se vende son juveniles y romance. También, uno que otro clásico, pero nuestro público principal es el juvenil”.

Lo más interesante es que no solo han aparecido librerías, sino que también hay proyectos como SDQLee o Bookworms. El primero es una plataforma de intercambio de libros usados y el segundo una biblioteca a domicilio por suscripción o como su dueño la define, “el Netflix de los libros”. Esto estimula mucho la comunidad de lectores, ya que tienen múltiples espacios para compartir sus libros e interactuar a través de las redes sociales de todas las páginas anteriormente mencionadas.

Cabe destacar que los que están detrás de estas empresas son adultos de entre 25 y 25 años, lo que significa que hay un grupo de personas relativamente jóvenes que apuestan por el libro y quieren que este gane la popularidad que merece.

Ventajas de la lectura

Al hacer la pregunta sobre por qué se debería leer a un lector, siempre va a responder lo mismo: hay muchas razones. Ese fue el caso de Carla. Hay personas que le temen a las palabras y a la cantidad de páginas, pero los libros buenos te atraparán. Además de entretener, los libros tienen muchas ventajas.

Primero, menciona el desconectarse. Cuando se lee, primero estas como en la orilla de una playa, algo distraído, mirando a los lados. Pero cuando vas más a dentro, quedas totalmente hundido por las páginas y, en muchas ocasiones, la historia puede llegar a atraparte tanto que hasta que terminas, no cierras el libro.

Luego está el aprender, desarrollar la empatía y los sentimientos. Hay muchos libros tanto históricos como de ficción histórica que te enseñan mucho sobre situaciones muy interesantes, de ellas puedes sacar mucha información para reflexionar. A pesar de esto, de todos los libros se aprende, ya que al leer estimulamos nuestro cerebro, mejora la ortografía y redacción.

Para finalizar, menciona el poder familiarizarte con otras realidades y aprender de otras culturas. En otras palabras, es ponerte en los zapatos de otro. Muchos libros, al estar narrados en primera persona, puedes sentir cada cosa que el protagonista vive, lo que lo hace muy real para el lector.

La lectura es una de esas actividades especiales que enseñan a la vez que entretienen. Esto es algo que no todas las personas disfrutan por prejuicios sociales o por no crear el hábito lector desde que eran unos niños. Por eso es importante que se realicen investigaciones sobre este tema, para resaltar el impacto que tiene y salvar la poca literatura que queda para hacerla crecer.

Si eres de los que solo toca un libro cuando es por obligación, ve a una de las librerías que se mencionaron antes y toma cualquiera que te llame la atención, busca recomendaciones antes o pregúntale a alguien dentro de la librería. Si te gusta la fantasía o la ciencia ficción, inicia con eso. No existen las personas que no leen, simplemente no han sido atrapados por un buen libro aún.

Este reportaje contó con el acompañamiento del docente Víctor Hernández, y se realizó en la asignatura Escritura para Medios de Comunicación II.

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