Monotonía del cine comercial dominicano
Las limitadas propuestas temáticas y la repetición de los actores y los diálogos son algunos de los elementos que afectan el cine comercial dominicano
Por: Cristina Marie Cots Ureña
Estudiante de Cine y Comunicación Audiovisual
SANTO DOMINGO. -El cine comercial dominicano que se ha desarrollado mayormente a partir del 2011, ha trazado un patrón característico en las obras más representativas. Los principales largometrajes de algunos directores criollos padecen de monotonía en diferentes aspectos importantes.
El primero elemento es el temático: el rango diverso de propuestas es bastante limitado. Si bien es cierto que ya prácticamente todo se ha contado, esto no es excusa para repetir el mismo tipo de historia. Por ejemplo, en las que el pobre se vuelve rico (tres veces); dos enamorados que un ex o los padres no lo dejan estar juntos; personas que no se pueden mantener fieles a su pareja; y figuras importantes (como policías, padres o profesores) que no están haciendo bien su trabajo.
De acuerdo, no se puede negar que algunas películas tienen potencial, pero, en la ejecución mezclada a una mala elección de género cinematográfico, recae la crisis temática, debido a que la comedia se ve constantemente dramatizada o exagerada, además las historias no se sienten frescas y mucho menos innovadoras.
Siguiendo por la misma línea, el segundo elemento es el diálogo: en las películas de comedia, principalmente, escuchamos los mismos guiones de chistes. Y, en teoría, esto no estaría mal si los chistes fueran realmente divertidos, sin embargo, la verdad es que se perciben claramente como líneas forzadas por los actores con la mísera esperanza de que funcionen.
Por otro lado, en las dramáticas hay un deseo, sin razón, de que los personajes hablen o muy bien o muy mal, quitándole toda la naturalidad a los diálogos, y esto puede distraer a la audiencia por motivos de verisimilitud, provocando que se salgan del universo coherente y se desligen de la historia.
El tercer elemento es el actoral: los “talentos” contratados para protagonizar las películas son generalmente los mismos: Fausto Mata, Cheddy García, Manolo Ozuna, Nashla Bogaert, Frank Perozo, entre otros. Pero no solo eso, también interpretan el mismo tipo de personaje, creando una mezcla tal homogénea que la verisimilitud de los personajes queda completamente en el olvido.
Existe una familiarización tan arraigada (proveniente de la televisión) que, independientemente que la historia trate de Rafael y Antonio, nuestro cerebro registra a Raymond Pozo y Miguel Céspedes.
Ahora bien, ¿cómo afecta esta uniformidad al cine dominicano en general? Pues en la percepción estereotipadade que “las películas dominicanas no sirven” y que son “clavos”. Una percepción que indirectamente priva de oportunidades de consumo a un cine diferente y conceptual.
Lo cierto es que este estilo monótono se está volviendo cada vez más notable y, por ende, el público puede aburrirse y decidir no consumir más cine dominicano. Dígase por público, aquel que consciente del producto no consumía, y aquel que consciente de que iría a ver un “clavo”, lo hacía de todos modos. La audiencia no es tonta, los productores de este tipo de películas solo podrán subestimarles hasta cierto punto.
Siendo realistas, ¿cómo podemos pensar que el cine independiente es atractivo para el público? si el cine comercial dominicano, el que llega a la audiencia y dura más de dos semanas en exhibición, es pro-sistemático, homogéneo y desprovisto de originalidad. Este tipo de cine es planificado para que actúe como un opio ´embelesador´ de la población.
Sin embargo, el sentimiento de hastío del público puede llevar a dos caminos muy diferentes. Por un lado, que se acostumbren a ese hastío y las taquillas de “clavos” sigan vendiéndose. O, por otro, que las ventas de taquillas disminuyan y los analistas se percaten que el púbico está demandando otro tipo de cine.
Este sería el momento ideal para que un grupo de cineastas con una propuesta diferente, en cuanto a temática y formas de narración, abren el paso y presenten sus obras al país; ya que el surgimiento de un nuevo cine nacional no se puede dar por pequeños ejemplos individualistas, sino por un rebaño de artistas con ideales y visión. Un movimiento de filmes caracterizados por un estilo insólito y propio que realmente defina el cine dominicano.