Los hospitales serán sus nuevas aulas y los pacientes sus nuevos maestros
Estudiantes de Medicina del INTEC recibieron, en una emotiva ceremonia, la bata blanca que los acompañará en su aprendizaje a nivel clínico
SANTO DOMINGO. – Unos 35 estudiantes de Medicina del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) cambiarán las aulas de la universidad por las emergencias, los consultorios y las salas de los hospitales del país tras recibir, en el decimosegundo acto de Investidura de Bata Blanca, el símbolo distintivo que identifica a los médicos.
Luego de varios años de recibir formación a través de sus docentes, ahora tendrán nuevos maestros: los pacientes, quienes confiarán en ellos para su bienestar. “De ellos aprenderán grandes lecciones y a su lado librarán grandes batallas y, por ello, “deberán siempre tratarlos humanamente, con empatía, dignidad y sin distinción”, les exhortó la profesora Adriana Olliart, al pronunciar su discurso durante la ceremonia.
La maestra enfatizó a sus alumnos, que pronto serán sus colegas, que la bata blanca los eleva de nivel, pero al mismo tiempo los compromete a seguir una serie de principios por los que deben regirse, no solo en el plano profesional, sino en todos los ámbitos de sus vidas.
“El más básico de estos principios es el de no maleficencia, primero no hacer daño, es decir que antes de tomar cualquier acción, emitir un juicio, expresar lo que podríamos considerar como una crítica constructiva, hacer una broma o hacer de dominio público una situación ajena a nosotros, deben considerar las consecuencias de dicho acto”, subrayó la docente.
Andreina Guzmán, quien habló en nombre de sus compañeros, se mostró visiblemente emocionada al recordar los momentos de sacrificio que junto a sus compañeros tuvo que pasar hasta convertirse en preinternos. En ese sentido, llamó a sus compañeros a manifestar empatía y solidaridad con los pacientes.
“Por más largo que sea el camino, lo importante es disfrutarlo, aprender de cada tropiezo y levantarse con más fuerzas. Porque no es mejor quien llega primero, sino el que nunca se da por vencido”, dijo la joven.
Durante su discurso, agradeció a los maestros por haberlos formado y nutrirlos de conocimientos necesarios para ejercer la profesión, y a sus padres por permitirles volar hacia sus sueños y ser sus acompañantes durante todo el proceso. “Una vida no nos basta para agradecerles, esto es más suyo que nuestro”, enfatizó a los progenitores.
De su lado, Natacha Madera, presidenta del Comité de Estudiantes de Medicina, sostuvo que al recibir la bata blanca los preinternos se preparan para iniciar una relación con el mejor de los maestros, el paciente. “No basta con amar la medicina, se deben entregar a ella, y será mucha la dedicación que se necesitarán porque aún no han acabado”.
Expresó que pocas cosas en la vida superan la satisfacción de completar el rompecabezas de un diagnóstico complejo en un paciente. Y al finalizar recordó las palabras de William Osler, padre de la medicina moderna: “La medicina se aprende a la cabecera del paciente, no en el aula”
En tanto que María Eugenia Guevara, coordinadora de Postgrado Área de Ciencias de la Salud, destacó la bata blanca como un símbolo de compromiso para dar un servicio humanitario de calidad e instó a los jóvenes a mejorar la vida de cada paciente que deban atender en los hospitales.