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‘‘Que León’’ y la influencia de una industria de cine globalizada

 La película, dirigida y producida por Frank Perozo, es analizada por una estudiante de la carrera de Cine y Comunicación Audiovisual del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC)

Por: Leslie Rubiera/Estudiante de Cine y Comunicación Audiovisual

En la actualidad  es evidente el impacto que tiene la globalización y democratización de la información en los estilos de vida. La accesibilidad a miles de temas y perspectivas provenientes de otros contextos ha causado el nacimiento de puntos de vistas distintos, opiniones críticas y un constante intercambio de lo mejor de cada cultura.

Esto ha contribuido al desarrollo de varias áreas, incluyendo la cinematográfica. A nivel técnico, el cine dominicano ha tenido un gran avance en las últimas décadas. Ha sabido colocarse al nivel de las grandes producciones extranjeras más taquilleras, en cuanto a la calidad visual y sonora que se exige para una película contemporánea.

No obstante, sucede que, en algún punto, la línea entre ‘inspiración’ y ‘presión por encajar’ se fue volviendo más difusa, provocando un fenómeno que vemos con frecuencia en las industrias más pequeñas del cine: agradar a las masas por encima de todo, y un intento desesperado de encajar en el mercado internacional echando a un lado nuestra capacidad de exportar un estilo.

‘‘Que León’’, dirigida por el actor y director Frank Perozo, presenta una propuesta de comedia romántica con patrones muy marcados por el cine comercial internacional, quizás por la típica concepción de que este sea el paso correcto para dar a conocer las capacidades del cine dominicano.

Esta industria apenas está en su despegue y su prioridad es establecerse como un punto de atractivo global y unir fuerzas con coproducciones extranjeras, como deja en evidencia los incentivos del artículo 39 de la Ley 108-10 sobre el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana.

Entre estereotipos y trama potable

Como típica comedia dominicana, género primordial en cuanto a comercialización se refiere, buscó apoyar su atractivo en elementos ajenos a la película: personalidades de la televisión y música, y un ´soundtrack´ que por sí mismo domina en la radio.

Al basar sus puntos fuertes en elementos ajenos a la estructura narrativa del cine, nos deja con una historia potable y fácil de digerir. Para adaptarse a la mayor gama de espectadores posible con tanto furor que echa a un lado numerosos recursos narrativos que pudo haber utilizado para construir una comedia rica y multidimensional.

Su trama se basa en una mezcla de estereotipos universales apoyados en la cultura popular y farandulera, y un método de marketing y distribución que lo deja como un producto en un atractivo empaque, más que una obra artística. Sigue una ruta segura y lineal y no arriesga ni artística ni financieramente, causando que el producto final sea un filme que por sí solo no puede sostenerse ante el paso del tiempo y las modas.

Dos familias con un mismo molde

Al apoyarse más de lo usual en la capacidad comercial de sus rostros, la construcción de los personajes queda en un segundo plano. El resultado es que una audiencia fiel va al cine a enfocarse tanto en ver a sus ídolos juntos en pantalla, que nos olvidamos de los personajes de José Miguel León y Nicole León, y no se considera importante desarrollar sus historias a mayor profundidad posible para justificar su romance y química. Lo mismo con la rivalidad de los padres León. Confía que su reparto puede rellenar los huecos de su trama.

Lo anterior,  no fuese un problema si estos actores tuviesen una formación actoral lo suficiente como para dejar a un lado su identidad y personalidad cuando están encarnando un personaje, pero como su máxima prioridad fue demostrar que una producción dominicana puede generar taquilla dentro y fuera del país, no había lugar para cuidar esos detalles.

Un Caribe sin rostro

Se observa una influencia de las industrias que tienen más tiempo establecidas, en cuanto a la conceptualización de este universo de las dos familias León.

Respecto a la fotografía, rescata fórmulas seguras y sigue la tendencia que se ha visto en los últimos años de esforzarnos por encajar en el molde de un estilo cinematográfico ajeno a nuestro contexto. De hecho, el director de fotografía es de origen español, lo cual podría influir en su representación del Caribe.

Lo mismo con los demás detalles visuales; a nivel técnico y estético logra su objetivo a la perfección, pero no nos comunica nada más. No intenta presumir de un sello único, sino de enmarcar a las estrellas de su filme en un entorno agradable.

Seguimos alejándonos de las costas como parte de nuestro hábitat natural y se nos presenta como un punto más de veraneo, y explotamos la pequeña parte de la ciudad buscando siempre presumir de una metrópolis que no es la esencia de nuestra cultura. Además, no aprovecha la oportunidad de tener rostros populares para promover un nuevo estilo apoyado en lo criollo, al contrario, esto los hace sentir obligados a seguir un patrón.

El filme y sus productores celebran su éxito taquillero en diversos países del entorno insular, sin embargo, dentro de sus logros financieros y en la prensa, contribuye al estigma del constante cuestionamiento de una identidad cinematográfica real en el cine dominicano, en lugar de aprovechar una gran oportunidad de marcar un nuevo estándar en el género de comedia dominicano que ansía una revolución.

 

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