INTEC por fin me da banda… ¿y ahora qué?”
La “casi egresada” en Administración de Empresas Rebeca Goetz comparte sus reflexiones a propósito de la cercanía de su graduación, y los retos de iniciar una nueva etapa de su vida !como una profesional!
Rebeca Goetz / Casi egresada de Administración de Empresas / rebeca.goetz@intec.edu.do
La verdad es que he estado pensando mucho sobre eso en estos días cercanos a mi graduación.
No se lleven una idea equivocada, estoy tan emocionada como
cualquier otro graduando de desfilar mañana con mi ropa blanca adornada por esa bonita banda roja, y recibir mi título de egresada de INTEC (¡qué lindo se oye!). Pero el llegar a este momento con el que pongo punto final a esta etapa de mi vida, me deja con un sabor agridulce.
En honor a los sentimientos de nostalgia y melancolía emergidos, decidí buscar entre mis papeles una joya que tenía poco más de tres años sin ver: mi Diario Reflexivo de la clase de Comunicación en Lengua Española I con Ligia Ramírez. !Oh Dios mío… cuántos recuerdos! Las páginas me transportaron instantáneamente a mi primer trimestre en la universidad. Una “yo” entusiasta contaba sobre sus primeras experiencias intecianas en el aula, los nuevos amigos, la primera novena…
Me puso a reflexionar acerca del camino recorrido, los momentos vividos y la gente que conocí en el trayecto. Y me hace sonreír. Porque con todos sus altos y bajos, curvas, hoyos y pendientes, fue una aventura maravillosa.
Confieso que voy a extrañar a INTEC (cuesta admitirlo, pero sí), y he ahí el motivo de la tristeza que también siento por partir. Y es que más allá de estrés de la quinta y la novena, del “juye juye” por los trabajos y uno que otro pique ocasional, INTEC me regaló cosas demasiado valiosas: aprendizajes, momentos, experiencias y amigos para toda la vida, que atesoraré siempre, y que hacen que verdaderamente haya valido la pena asumir el reto aquí.
Mañana me toca ponerme la banda y cerrar con la ceremonia este capítulo de mi historia. A partir de ese momento, me convierto en licenciada, una “profesional”, como hubiera dicho orgullosa mi abuela. Pero ahora es que vienen los verdaderos desafíos, lo sé. Pronto tocará tomar decisiones que probablemente dicten el rumbo de vida: maestría, trabajo, etc, y la verdad me da un poco miedo (agreguemos esto a la olla de sentimientos de mi Síndrome Pre-graduación).
Sin embargo, me detengo a recordar que sí, el camino para el desarrollo y crecimiento profesional no es nada fácil, pero debo confiar en que todo estará bien. Porque si una lección ha de quedárseme por encima de todas, es que ningún reto es demasiado grande para ser imposible. Sólo es cuestión de ponerse pa’ eso. Y esta inteciana está ya lista para enfrentar lo que sea.