Otto Coro, Proyección y un tributo a la perseverancia: un homenaje a un año de su “hasta siempre”
[sws_red_box box_size=”200″] Esther Hernández Medina, egresada del INTEC [/sws_red_box]
A un año de la partida de Otto Coro, una egresada comparte con La Colmena el tributo que le rindió en vida, a través de Clave Digital, en diciembre de 2009. La respuesta de Otto fue simplemente: “Tu artículo es demasiado halagueño para mi …No merezco tantos elogios… Solo he realizado lo que me mandaba mi corazon”.
“Trabajamos con el ser humano” es el lema del teatro Proyección. El grupo, mejor dicho, la comunidad teatral donde me convertí en adulta. Llegué acabadita de cumplir los 18 con unos deseos locos de escapar de la imagen de la “nerd” que tuve en el colegio. Increíblemente, encontré ese espacio en la universidad de las y los cerebritos: “¿que tu estudias en INTEC? ¡¿pero ustedes no tienen vida?!” nos decían.
Pero no nos importaba, especialmente a quienes tuvimos el honor de estar en Proyección. Aún siendo un grupo universitario, Otto Coro (sí, ese mismo, ¿tan inofensivo que se ve, eh? ¡no os dejéis engañar, el hombre rinde!), sí, ese mismo, nos repetía que éramos un grupo de teatro aficionado pero con estándares profesionales.
La meta era y es la excelencia en el trabajo, en la integración grupal, en el entrenamiento con técnicas de Boal, Grotowsky, Stanislavsky o Barba para abordar todas las posibilidades de lo humano. Desde nuestra identidad como pueblo (“Cimarrón”) hasta la liberación de las mujeres (“ La Compañera ”), desde los problemas del mundo actual (“Los Demonios”) hasta la locura y la traición en todas las épocas (“Hamlet”), desde la libertad humana y su falta (“ La Vida es Sueño”) hasta la crítica a la política local (“Tartufo 2000” ) o la complejidad de la migración (“RR”), pasando por obras infantiles como la “Cucarachita Martina”.
Porque eso y más se merecía la gente que venía a vernos en Casa de Teatro o en Fantino, en el anfiteatro de la UNPHU o en los recorridos alrededor de la universidad. Por cierto, recorridos que eran causa de risa no sólo para la infancia de Los Ríos sino también para la gente de INTEC. “Mano ¿viste? ¡Ya salieron los locos del teatro!” Más de una vez quise mentarle la mamacita a Claudio Rivera (perdón, doña Yadira) por esas salidas.
Pero fue así, obligándonos a superar nuestros miedos, como tantos directores, directoras, mentores del ciclo de formación, integrantes de 3 meses o de 7 años sembraron semillas imperecederas. En mi caso, Osvaldo Añez (amorosísimo mentor), Viena González (la hermana mayor artística y emocional), Claudio Rivera (hiper exigente y sensible), Belkys Gabot (la que te tira zapatos cuando el ensayo va mal pero te muestra cómo hacer lo imposible) y Víctor Ramírez (nuestro duende mágico)…
Y Otto siempre ahí, Otto el ex – hermano de la Salle , Otto el fundador del Teatro Estudiantil y con Jayo fundador de Proyección, Otto el maestro, Otto el viejito cascarrabias, el dramaturgo, el cuidador de tesoros. Ese abuelo que todo lo sabe y quien, sin embargo, te escucha con todo el respeto del mundo a tí, a la carajita que va a su casa en una comisión (éramos cuatro gatos) a consultarle los planes que tenemos porque nos quedamos sin director.
Y cuando el grupo vuelve a retoñar, ese mismo Otto saca tiempo para llamar y decirte el día después del estreno: “Sólo quería felicitarte. Estuviste excelente en el monólogo, especialmente la forma en que trabajaste con los ojos…” Y yo sin poder decir nada más o menos coherente: “eeeeh… ooooh… gracias…” Sí, el exigentísimo y dulcísimo Otto Coro.
Pues ése, nuestro Otto, cumplió 80 años. Y caramba mi gente se nos fue el Terror ¿y saben qué? ¡A la gente hay que celebrarla ahora! Hay que decirle sin miedo a hacer el ridículo: “tú eres la actriz, el cantante, la poeta, el grupo, la intelectual que me remueve el piso o que me obliga a cuestionarme o que me apapucha el alma”. Sí, Otto, tú eres y serás siempre una referencia para tanta gente que te quiere y te admira y no te lo decimos lo suficiente.
Ahí, en la primera casa donde viviste en tu país adoptado, viste un chin del amor de tantas generaciones: del grupo actual dirigido por Fausto Rojas, de los Jayo, los Roberto, las Carolina, las Belkys, los Víctor, las Viena y los Claudio, los Guridi y las Ellin, las Martha y los Alexei… Tanta gente que quería estar ahí para celebrar. Gente como tus alumnos de La Salle , como Mario Lebrón del Teatro Estudiantil o invitados como Manuel Chapuseaux y tantos otros que no pudimos llegar. Y eso me hace feliz. No te imaginas cuánto.