Skip to main content

Nostalgia de un frito verde

Justo antes de graduarse del INTEC, a Felipe Díaz le llegó la beca que lo llevaría a Noruega

[sws_red_box box_size=”300″] Felipe Díiaz, Egresado de Trabajo Social [/sws_red_box]

Poco antes de terminar la carrera, y ya en inmerso en la cacería de maestrías y becas, me llegó la oportunidad de aplicar para la maestría en Bienestar Social Internacional y Políticas de Salud en la Oslo University College (OUC). Así que me embarqué hacia Noruega al final del verano, con el pesar de perderme la ceremonia de mi graduación y decidido a aventurarme. A decir verdad no esperaba menos que osos polares, bacalao y la casa de Santa Claus.

Para la maestría de un año de duración me preparé psicológicamente, para el frío y las pocas horas de sol que me pronosticaron.

Es bueno oír y aprender de las vivencias de otras personas, pero no hay nada mejor que experimentar en propia piel culturas y lugares diferentes.

Creo que lo mejor que hice fue intentar integrarme al contexto, participé como miembro del consejo estudiantil e inmediatamente me inserté en la Unión de Estudiantes Internacionales, primero como vice-presidente y luego como presidente.

Gracias a estos compromisos, pero no únicamente, hice mi círculo de amigos/as y mi red de amistades y conocidos/as. Logré conectarme con la comunidad dominicana en Oslo y entré en contacto con más de 200 dominicanos/ as residentes en esa ciudad.

En la maestría, la mayoría de las clases fueron muy buenas, materias y temas interesantes. A decir verdad me hicieron falta los debates y conversaciones informales a los cuales me había acostumbrado a participar en el área de sociales del INTEC, esperaba encontrar también en Oslo esos espacios para interactuar con profesores/as y estudiantes. Estos espacios, para mí, son el complemento formativo ideal que me permitió sentirme en todo momento al nivel de la maestría, poder sobrellevar las clases y actividades extracurriculares y poder integrarme a otros grupos lúdicos y académicos.

El lograr sentir de cerca la cultura escandinava, llegar a conocer a los y las noruegos/as, fue uno de los factores que me hizo sentirme cómodo al decidir extender mi estadía y quedarme un semestre más para completar mi tesis. Los estereotipos dan una orientación general, pero son muy mal parámetro para medir verdaderamente a las personas de una sociedad. Personas frías, secas e intransigentes hay, como en todos lados, pero en Noruega no son la generalidad como se “cree” popularmente. Entre la belleza inmensa y diferente que ofrece la geografía noruega, con sus fiordos, ríos y lagos, las interesantes costumbres milenarias, metodologías de vida y organización y funcionamiento de la sociedad alternativos al que conocemos y el contacto con las personas, que es más personalizado e individual que al que estamos acostumbrados, hicieron de este tiempo una experiencia inolvidable para mí.

Como aprendizaje de sobrevivencia debo decir que es muy importante hacer tuyo el ambiente donde estás y adaptarte al contexto. Cuando se está tan lejos, los detalles de tu patria, de tu gente, de tus costumbres son revalorizados. Cuando entran los momentos nostálgicos de lugares o calles, actividades o cherchas, comidas o fritos verdes, pueden ser momentos muy incómodos si no se está consciente de que llegarán y si no se tienen los soportes para “encontrar-te” en donde estás o encontrar un chin de tu Quisqueya alrededor tuyo.

Leave a Reply