¿Cómo y por qué cobra un “influencer”?
Las marcas los buscan y se encuentran en todos los sectores comerciales: moda, fitness, emprendimiento, educación e incluso biología, con cuentas que llaman miles de seguidores por su contenido o estética, y cuya voz se ha vuelto un punto de referencia para quienes los siguen: son los llamados “influencers”.
Desde sus espacios virtuales hablan sobre experiencias, marcas y productos, acompañados de un estilo de vida que a muchos llama la atención, pero ¿Cómo y por qué cobran los influencers a estas marcas para presentar sus productos?
Para comprender esto, hay que entender el mundo de la publicidad y el mercadeo: todos, sin excepción, somos un “target”: un grupo de personas con características comunes, intereses y lenguaje, que las marcas por medio de la publicidad, buscan seducir o al menos mostrar su existencia.
La publicidad es parte importante de los mercados y negocios, evolucionando desde medios impresos como vallas y afiches, cuñas radiales, hasta banners en páginas web. Aquí entran los influencers, son centros de concentración de targets enfocados, de forma más “orgánica”, dando un sentimiento de publicidad menos enlatada.
Las cifras a cobrar pueden variar entre influencers incluso del mismo nicho, algunos cobrando US$100 por publicación y otros hasta US$1,000 pero ¿Es justo cobrar esta cantidad de dinero por un post en una cuenta de instagram? Hay muchos factores a evaluar (cantidad de seguidores, engagement de la cuenta, relación con los seguidores, calidad del contenido, años de experiencia que validen el poder de influencia, etc.) pero en los casos bien evaluados, la respuesta es sí.
Les explico: ver una publicación es comparable a ver un anuncio en un programa de televisión pero con los números más claros. Terminas sabiendo cuántas personas, de qué género, en cuál sector y rango de edad vieron tu publicación, permitiendo afinar detalles en estrategias de comunicación que antes eran más difíciles de analizar. Las redes sociales se han preocupado de que sus medios sean monetizables dando información a los influencers y a las marcas, volviendo así sus plataformas más atractivas como medios de promoción.
Si a esto le sumamos que el contenido es más refrescante, cuando es bien manejado, que los medios convencionales (por su factor humano, carisma del influencer y manejo estético) y puede ser explotado en distintas plataformas (blogs, vlogs, foros, podcast, etc), se puede tener una mezcla para el éxito.
No podemos tampoco reducir la labor de “publicar un post” a solo tomar una foto, pues en muchos casos detrás de cada uno hay un trabajo de dirección de arte, fotografía, storytelling, estudio de mercado, redacción y manejo de comunidad.
¿Quiere decir esto que es fácil ser influencer? No. ¿Desmiente esto que el término se ha cualquierizado y hay quienes, de forma oportunista, sin generar contenido se han malposicionado? Quizás. Pero antes de juzgarlos y entrar en ese debate, recordemos que son un medio más para transmitir información a nosotros los consumidores.
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