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Origen de la Vida: barreras del parchís

Colaborador
26 November, 2014

Carlos Lantigua, egresado de Ingeniería Electrónica y de Telecomunicaciones, nos plantea la oportunidad vamos a evaluar los siguientes elementos que se requieren para determinar si la casualidad es la actuante o no en un evento determinado; estos son los recursos probabilísticos y el patrón

 

Carlos Lantigua / clantigua@gmail.com

Egresado de Ingeniería Electrónica y de Telecomunicaciones

En el artículo anterior estuvimos analizando científicamente la probabilidad de que una simple proteína de 150 aminoácidos se formara por casualidad, y los resultados fueron impresionantemente bajos, casi imposible a menos que una inteligencia haya estado detrás de tan meticuloso proceso.

En esta oportunidad vamos a evaluar los siguientes elementos que se requieren para determinar si la casualidad es la actuante o no en un evento determinado; estos son los recursos probabilísticos y el patrón.

Si usted nació antes del año 2000 seguramente jugó parchís o como se conoce en la Rep. Dominicana “parché”. Resulta que este juego ilustra muy bien lo que a continuación vamos a tratar. Imaginen que el juego va avanzado y a usted le colocan una barrera delante, la misma requiere que al jugador atrapado le salga un “doble cinco” en el lanzamiento de los dados para quebrar la barrera, pero hay un problema, la probabilidad de que esto ocurra es de 1 en 36, o sea un acierto por cada 36 lanzamientos, pero casi nadie sabe esto, entonces ¿por qué sudamos frío cuando nos colocan una barrera a mitad de juego? Resulta que sin conocer las probabilidades, la experiencia acumulada nos dice que “el patrón” del juego sugiere que esto ocurre poco y los intentos que requiero son muchos, lo que imposibilita la victoria y hace que mis contrincantes avancen porque la cantidad de lanzamientos que tengo es limitada por la llegada a la meta del contrario. En pocas palabras, sin saber la probabilidad real de un evento puedo inferir a través del patrón y los recursos probabilísticos, que tan frecuente es la ocurrencia de dicho evento.

El Matemático William Dembsky ha calculado la cantidad máxima de eventos que pudieron haber ocurrido a todo lo largo de la historia del universo observable [1]. Hizo este cálculo para poder establecer los “recursos probabilísticos” disponibles para producir en el universo cualquier evento por casualidad.

Durante la determinación del cálculo sobre los eventos posibles a lo largo de la historia del universo, Dembsky descubrió que existen 1×10^80 partículas elementales en el universo observable (dado que la velocidad de la luz tiene un límite de velocidad tope, solo las partes del universo que son observables pueden afectar algún evento en la tierra) -Este cálculo solo incluye protón, electrón y neutrón dado que son los únicos elementos que constituyen estructura de materia, el boson ha quedado excluido porque solo transmite energía y el quark también por ser parte de la constitución de protones y neutrones, pero si hubiesen sido contados solo cambiarían el dato final en un orden de magnitud- [2].

Otro parámetro de vital importancia es la llamada “unidad de Planck”. Dadas las propiedades de la gravedad, la materia y la radiación electromagnética, los físicos han determinado que hay un límite en el número de transiciones físicas que pueden ocurrir de un estado a otro dada una unidad de tiempo [3].

Según los físicos una transición física de un estado a otro no puede ocurrir más rápido que el tiempo que le toma a la luz atravesar la más pequeña unidad física de distancia “el quantum”, esa unidad de distancia es llamada “longitud de Planck” y equivale a 1×10^-33 centímetros. Dada esa longitud, el tiempo que le toma a la luz atravesarla determina la menor unidad de tiempo en que cualquier evento físico puede ocurrir, a esto se le conoce como “tiempo de Planck” y equivale a 1×10^-43 segundos.

Entonces dado que la mayor cantidad de elementos físicos que pueden ocurrir en un segundo es de 1×10^43, así como también el número de partículas elementales en nuestro universo observable es de 1×10^80 y en adición a esto de acuerdo al último cálculo sobre la ocurrencia del Big Bang y el tiempo transcurrido hasta el día de hoy es de 1×10^16, si multiplicamos los tres factores obtenemos que la cantidad máxima de eventos físicos que pudieron haber ocurrido desde el Big Bang hasta hoy es de 1×10^139.
Recordando el dato de que la probabilidad de que una proteína compuesta por solo 150 aminoácidos se forme por casualidad es de 1×10^164 y que la mayor cantidad de eventos físicos posibles ocurridos en toda la historia del universo es de 1×10^139 nos deja con la evidente conclusión de que la casualidad y el azar ni siquiera cuentan con los recursos probabilísticos o intentos necesarios para formar UNA sola proteína en toda la historia del universo [4].

Si en adición a todo esto puntualizamos que las condiciones en la tierra joven para generar vida a nivel celular eran extremadamente hostiles dada su última composición descubierta conformada por dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua, colocan a la casualidad como una explicación irracional y anti científica sobre origen de la vida; a menos que haya que justificarla por absurda que sea, para defender la hipótesis materialista del surgimiento de la vida y el universo, donde la casualidad y no el propósito es la protagonista [5].

Los renombrados geoquímicos James Brook y Gordon Shaw sostienen que si una “sopa” rica en aminoácidos y ácidos nucleicos alguna vez existió en el periodo pre-cámbrico, debió dejar vastos depósitos de minerales con altas concentraciones de nitrógeno, sin embargo no hay evidencia alguna de dichos depósitos. El nitrógeno descubierto en organismos del período pre-cámbrico es menor a 0.015% lo que coloca a la hipotética sopa como inexistente o insignificante si es que alguna vez existió [6].

En lo referente al patrón, la cosa es mucho peor para la tesis de la casualidad, y esto es así porque no hay experimento ni comprobación científica alguna en el mundo, ni ha sido constatado jamás, que la casualidad unida a las leyes de la naturaleza y la materia haya podido ser la causante comprobada de algún surgimiento biológico por simple que sea. Todos los desarrollos en manipulación biológica han sido fruto de sofisticados equipos, ambientes controlados y lo más importante, genialidad de la inteligencia humana.

En los próximos artículos vamos a conocer de qué se trata la “Complejidad Irreducible” y la incapacidad de la teoría evolutiva y la selección natural para explicarla, así como también exploraremos el gran secreto que Charles Darwin nunca conoció y al cual temía.

[1] Dembsky, The Desing Inference, Cap. 6
[2] Dr. Meyer, Signature in the Cell, page. 216
[3] Dr. Meyer, Signature in the Cell, page. 216
[4] Dr. Meyer, Signature in the Cell, page. 217
[5] Dr. Meyer, Signature in the Cell, page. 225
[6] Brooks, The Origin of Life, page. 118



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