“INTEC me convirtió en numismático por accidente”
Miguel Román se considera un “custodio”. Licenciado en Economía y Licenciado en Sociología con concentración en Ciencias Políticas, inició sus estudios en INTEC y los terminó en la City University of New York – Lehman College, pero ha vuelto a esta colmena para hacer una Maestría en Gerencia del Comercio Internacional y para compartir una colección a la que ha dedicado buena parte de su tiempo, con evidente esmero: monedas internacionales.
Durante años le dio vueltas a la idea de exponer su colección en INTEC hasta que lo logró y desde hace un mes se exhiben en el lobby de la Sala Julio Ravelo de la Fuente de la Biblioteca con el título “La moneda: base del comercio internacional”. Más de 120 piezas tanto del siglo XIX como del XX se muestran discretamente en un escaparate de cristal: rupias de India, kopeks de Rusia, florines holandeses, francos franceses y así, monedas de Gran Bretaña, Sudáfrica, New Foundland, Australia, Guyana Británica, Curasao y una buena representación de piezas descontinuadas de República Dominicana y Estados Unidos, entre otros países. Cada una tiene una historia.
¿Desde cuándo colecciona monedas? Cómo formó su colección?
Todo empezó a finales de 1982. Comenzaron a llegar a mis manos. En el caso de las dominicanas, traté de no gastarlas; lo cual era siempre tentador y, lo confieso, sucumbí a dicha tentación en más de una ocasión…Pero no me dí por vencido. Propiamente, a coleccionarlas, a catalogarlas, a educarme sobre ellas (que es lo que en realidad hace una colección), comencé a fines de 1984; hace ya 28 largos años…
Fue casi por accidente. Todo empezó con una tarea sobre comercio y moneda, hace muchos años… Era un puñado (10 ó 12) de monedas que pegué en una cartulina, como mis compañeros de clase… El caso es que me llamaron mucho la atención y a partir de entonces las comencé a coleccionar.
¿Qué le inspiró a hacer ese proyecto?
Curiosidad, deseo de aprender, de compartir, sentido de responsabilidad histórica, agradecimiento. Cada moneda tiene su historia: lugar y fecha de nacimiento, leyenda, composición, arte, etc. Cada una me decía algo, me hablaba, y yo me dediqué a prestarle atención, a escucharle. Todavía lo hacen. Todavía les escucho. Ellas quieren contar su historia. En parte, por eso propuse la exhibición: para que otros también las escuchen. Yo solo soy el facilitador, el medio o canal de comunicación.
¿Cómo consiguió las monedas?
Me fascinaba (y todavía me fascina) el hecho de que después de tantos años (en algunos casos, más de un siglo), después de haber pasado por sabrá Dios cuántas manos, de cuántas transacciones se habrán hecho mediante ellas, y haber pasado quizás mil aventuras y peligros, de haber escapado de guerras, revoluciones, crisis económicas, y a las fundidoras, ahora estén bajo mi custodia, que no propiedad. Ayer fueron “propiedad” de alguien, pero hoy yo soy el custodio por un tiempo, hasta que pasen a las manos de otro custodio que las aprecie tanto o más que yo. Unas me fueron obsequiadas, otras las encontré en mi bolsillo, otras en bazares, otras tantas intercambiadas… en varias ciudades de la R.D y de EE.UU.
¿Cuáles fueron las más difíciles de conseguir?
Si “difícil” quiere decir que “cogí lucha”, así como en una subasta, o que duré años detrás de alguna de ellas, yo diría que ninguna lo fue. Ahora bien, estoy seguro que si ellas hablaran como lo hacemos nosotros, quedaríamos asombrados por la extraña combinación de factores que determinaron que hayan llegado aquí, a INTEC. Eso sí es difícil.
¿Sabe el valor de cada una?
Las monedas tienen varios “valores”: monetario, artístico, histórico, etc. Para mí, su principal valor es el privilegio de que me hayan escogido como su guardián. Sé el “valor” monetario aproximado de la mayoría de ellas, pues lo tengo registrado, pero así de memoria no, puesto que tengo una apreciación romántica de su verdadero valor, y me imagino que los romances son invaluables, por lo menos los que he tenido yo…
¿Cuáles son las más valoradas?
Siempre me he hecho esa pregunta, pero desde otra perspectiva: ¿Si tuviese que empezar otra vez, a cuáles me gustaría usar como pilares, como piedras angulares? La respuesta: no las más costosas, necesariamente, sino aquellas que llegaron a mi vida en algún momento especial o difícil, como por ejemplo: un “dime” estadounidense de 1840; 10 centavos dominicanos de 1956; otro “dime” de 1920; 3 peniques australianos de 1925; 3 peniques británicos de 1911; un chelín británico de 1939; (las últimas 4, coincidencialmente, junto a otras, llegaron a mi vida junto con INTEC, a fines de 1988, de ahí su valor sentimental); y dos o tres más que, sin ser las más “valiosas”, son las más “valoradas”, algo así como la monedita de la suerte de Rico Mac Pato, el de los antiguos paquitos (los cuales, por cierto, ya no se leen).
¿Forma parte de alguna red o entidad de numismática?
No tengo tiempo. INTEC me tiene secuestrado desde el lunes 3 de octubre de 1988…
¿Cómo se involucra con esta práctica alguien interesado? ¿Dónde se consigue más información sobre este tema en República Dominicana?
Algunas opciones son: El Banco Central de la República Dominicana, vía su Museo Numismático y su biblioteca (se los recomiendo, tienen un personal muy profesional y capacitado); la Sociedad Numismática Dominicana; la Internet; y, si tiene la oportunidad de viajar, las asociaciones numismáticas del área que visite, museos, bibliotecas, etc.
¿Cómo conecta la práctica de coleccionista con su formación en INTEC?
¿Recuerdan aquella tarea sobre comercio y moneda? Fue uno de los factores determinantes en mi elección de carreras: economía y sociología (aunque, en honor a la verdad, fueron ellas que me eligieron a mí). Ambas licenciaturas las inicié en INTEC y, por diversas razones, las completé en el extranjero. No digo “terminé”, porque uno nunca termina de formarse profesionalmente; por eso continúo mis estudios en el lugar donde los inicié: en INTEC.
Después de un periplo de más de dos décadas, tengo la bendición de volver a INTEC (mi casa, como le decía mi madre Mercedes) a estudiar; esta vez una Maestría en Gerencia del Comercio Internacional, en el Departamento de Negocios. Aquí he encontrado amigos y compañeros; desde el personal de mantenimiento y de seguridad hasta el personal administrativo, de la biblioteca, profesores y, sobre todo, mis compañeros de maestría.
No puedo creer que (como quien dice) entramos a clases ayer y ya solo nos quedan 11 asignaturas. Ya se está hablando de graduación (con fecha y todo). Eso es INTEC: academia, alma mater, refugio intelectual (y hasta espiritual) y, sobre todo (por lo menos, en mi caso) hogar. ¿Cómo no estar aquí? Gracias.