Skip to main content

A mí la universidad me ha dado mucha brega

A mí la universidad me ha dado mucha brega. Y eso que fui un estudiante de buenas calificaciones durante  oda la primaria y la mayor parte de la secundaria, y hasta me tocó el honor de pronunciar el discurso de graduación de bachillerato. Ese momento me llenó de entusiasmo para comenzar la universidad. Es increíble el giro que da la vida.

Fui de esos niños que siempre supo lo que quería ser: algo que tuviera que ver con la electrónica, su diseño y su funcionamiento. Y hasta tuve la oportunidad de trabajar en una prestigiosa empresa de telecomunicaciones antes de iniciar la universidad. Decidí no entrar como todo el mundo en agosto, sino tres meses después, para aprovechar el tiempo en un curso que me ayudaría en mi trabajo. Hasta ahí, todo era éxito.

Entre el trabajo y los estudios, mi Súper-Yo (eso que los psicólogos definen como lo que impulsa a cumplir con el deber con toda la rigidez de la palabra) me ayudó a terminar el primer trimestre con buenas calificaciones, de modo que entendí que podía seguir con “el uno y trino”: trabajo, universidad, familia/vida social.

Reprobé mi primera materia en el segundo trimestre. Me tomó de sorpresa y nunca pensé que le tomaría la  alabra a la famosa campaña de no retirar hasta el viernes de la novena. Sin darme cuenta, me fui dando de baja: un día, justo en la inscripción del trimestre, conocí de golpe y por sorpresa la Baja Académica Uno.

Pasé de dar el éxito por descontado a tener que a construirlo de nuevo, materia a materia, trimestre tras trimestre. Un día a la vez, una tarea a la vez. Hacía tiempo que no lograba ver dos A juntas en un trimestre. Y eso que mientras estuve fuera me empeñé en hacer que el tiempo valiera la pena, y hasta me promovieron en el trabajo. Pero, pese a la satisfacción, sabía que había una incoherencia que me impedía disfrutarla.

En INTEC aprendí que una de las propiedades fundamentales del tiempo es su continuidad. Al mirar atrás y ver cómo éste se escurría entendí que debía levantarme.

Creo con firmeza en la fuerza de la juventud para volver a comenzar, y hoy sé que en los fracasos se crea la base del éxito. No importa la cantidad de veces que la vida nos golpee de todas las formas misteriosas que tiene para hacerlo, el gustico de vivir se esconde en volver a comenzar. En retrospectiva uno se da cuenta del peso que tienen las cosas. Sé que el éxito no depende necesariamente de haber ido a la universidad, pero hoy estoy convencido de que es una experiencia de oro capaz de abrir la mente, crear espacios y momentos que nos colocan en un camino superior. Sí, es posible mantener la coherencia
entre lo académico y lo laboral… Nunca pensé que le iba a tomar cariño a volver a hacer tarea, preguntar por asignaciones pendientes, acostarme tarde porque no organicé bien mi día y tengo una práctica que entregar el día siguiente. Pero esta actitud es la que estoy seguro que me llevará a terminar las 22 materias que me faltan, 19 créditos a la vez.

He aprendido que aunque la universidad te demuestra que existen personas más aplicadas que tú, más organizadas y más inteligentes, no puedes recostarte en ello. Se trata de tener coraje y disciplina para vivir tu experiencia acentuándola cada día, con la seguridad de que algún día mirarás atrás y entenderás el valor
del camino recorrido. Entonces, sonreirás cuando alguien, diez años después, te pregunte: Y tú,  disfrutaste tu experiencia en la universidad?


David Mella

Emprendedor activo, político pasivo, tecnólogo de cora y poeta de pasión. Creo que en la era de la información el nerd es el macho alpha. Hubo una Colmena para la que no escribí pero ya me puse al día.

Leave a Reply