Twisted Love
Creo que me estoy volviendo viejo… No, realmente nunca ha llamado mi atención eso de hacer “escándalos en la vía pública” para que la gente sepa que estoy emparejado (Créanme, sería todo un espectáculo). Yo soy un fiel defensor de la libertad de expresión, pero ¿del “same” indiscriminado en medio de los pasillos universitarios? Nunca tanto.
Mi tiempo en el INTEC me ha ayudado entender algo: El amor entre intecianos es tan intenso como alguien con tres exámenes el mismo día de una 8va semana. Claro, eso es para los que encuentran “el amor inteciano”. Del otro lado del mundo nos encontramos muy ocupados añejando queso. Pero cuando eso encuentra quien lo explote, todo se vuelve muy confuso.
Así podemos encontrar en los pasillos del GC los intecianos cual caníbales que rompen una dieta obligada. La conjugación agresiva del verbo “mangue” y la integración por partes de esos dos cuerpos derivados que no encuentran un sitio más adecuado para manifestar su amor que algún pasillo indiscriminado.
¿GC? … FD es otro ladito romántico. Uno se encuentra con las parejitas en el piso agarraditos de mano y estudiando ya sea “biología” o “lenguaje”, lo que permita el receso antes de empezar otra vez las clases. Ahora, ustedes todos saben dónde es que la cosa se pone buena: (aunque no me vean estoy viendo las sonrisas malvadas en sus rostros y, como dicen, el que solo se ríe…) ¡El Bosquecito!
¡El romántico bosquecito, aquel espacio donde la locura se desborda! Ese espacio místico donde las memorias de intecianos al borde de un ataque de nervios liberan su presión institucional y se olvidan de ese examen de integrales que les dio en la mata de los tomates para pasar a un momento más feliz! ¡Oh, yeah baby! Prende el aire que aquí hay caloorr!
Ojo: Hay parejitas más light, de “agarrarse la manita y reírse de forma pícara”, tipo “amor de Looney Toons” que son más discretas, pero no crean páginas tan cómicas como la que tienen entre manos. Estos no van al bosquecito, se quedan en la plazoleta.
Ahora, tomemos la compostura y volvamos al tema central de este artículo: ¿Es necesario el ser indiscriminado? ¡claro que sí! Pero por favo
r, respétese un chin, búsquese un ladito discreto, dé y reciba cariño, pero no nos lo restriegue en la cara. No es que le pare a lo que diga la gente, es que cuide un chin más su imagen, que en un futuro todos trabajaremos con quienes hoy estudiamos.