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El fruto de la solidaridad

Cynthia Abreu
13 September, 2010

La historia de una futura médico inteciana es un ejemplo de compañerismo a imitar.

Generalmente pasamos por la vida sin saber mucho sobre qué les ocurre a quienes nos rodean, sus penas y alegrías.

Si lo hiciéramos, podríamos descubrir mil maneras de tender una mano y con acciones muy simples podríamos cambiar el rumbo de muchas historias. Eso ocurrió en INTEC hace unas semanas gracias a la solidaridad de un grupo de estudiantes de Medicina.

Las tragedias más impensables pueden ver “la luz al final del túnel”. Rosselin Vásquez, una inteciana estudiante de Medicina de 19 años, ya tiene un testimonio que lo confirma, una historia que, más allá de la tristeza y el dolor, tiene un futuro por el compañerismo y el apoyo que cosechó en el camino. Rosselin perdió a su padre a los 12 años. La mayor de tres hermanas, se encontró, así de pequeña, de cara a lo inexplicable de la muerte.

Y como hija mayor tuvo que apoyar a su madre, una mujer luchadora que siguió adelante enfrentando junto a sus tres hijas todas las trabas que les presentaba el camino.

Dos años más tarde a esta valiente mujer se le diagnosticó cáncer de mama.

Una nueva tempestad en la vida de esta adolescente, que durante los siguientes cinco años tuvo que acompañar a su madre en una lucha desigual contra una enfermedad que finalmente terminó venciéndola. Y es así que antes de cumplir los 20, cursando el séptimo trimestre de la exigente carrera de medicina, Rosselin se enfrentó al desafío de aprender, de golpe, a cuidar de sí misma y de sus hermanitas, haciendo los papeles de hermana mayor, papá y mamá. Un drama no sólo afectivo, sino también económico.

Además del dolor que causa la pérdida, el miedo y la soledad, surgen las preguntas sobre el futuro: ¿cómo seguir la carrera?, ¿debía olvidarse de su sueño de ser oncóloga pediatra o infectóloga?, ¿tanto esfuerzo para nada?

Al enterarse de esta situación, sus compañeros se unieron para buscar una manera de echarle una mano. Conocían las excelentes condiciones académicas de Rosselin y sabían de empresas que apoyan el Programa INTEC con los Estudiantes Sobresalientes, PIES, como la Fundación AES Dominicana.

Escribieron una carta a la empresa presentando la situación de la compañera y, sin que ella lo supiera, le solicitaron una beca de estudios. No resultaba difícil convencer a esta empresa, que apoya a estudiantes PIES. Rosselin tenía todos los méritos académicos y su índice de 3.85 servía de prueba.

Pocos días después, la solicitud fue aprobada. De AES Dominicana citaron a Rosselin para una entrevista. “Yo no sabía nada”, confiesa.

Es así que, junto a todos sus compañeros, recibió la sorpresa. Le dieron la beca. “Ha sido lo mejor que he recibido.”

Más que eso, fue un alivio enorme saber que puedo continuar con mis estudios a pesar de todo” expresa Rosselin mientras sostiene una mirada firme, con sus grandes ojos color miel. “Agradezco de corazón a todos las personas que intervinieron por mi bienestar. Soy muy afortunada”, agrega.

La vida golpea, a veces, pero también tiende la mano. Esa mano que un grupo de intecianos solidarios tendió a Rosselin no supuso un gran esfuerzo pero cambió la vida de un ser humano. Ahí va ella, con sus sueños de frente, haciendo lo debido para ser esa médico que siempre soñó ser.



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