La violencia invisible
A propósito de conmemorarse esta semana el Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer, compartimos el artículo en que la profesora Maricécili Mora nos invita a explorar las distintas manifestaciones de este mal
Maricécili Mora Ramis
Profesora de Psicología / Egresada Destacada del INTEC
La violencia tiene muchas formas de manifestarse en las dinámicas humanas. Pero cuando decimos violencia, la mayoría de las veces imaginamos golpes, palizas, empujones, insultos, gritos etc. es decir, imaginamos la violencia física e incluso la psicológica.
A la justicia suelen llegar los casos más graves, cuando la vida de la víctima se percibe que está en peligro porque la espiral de violencia ha ido incrementándose. Sin embargo, existe otro tipo de violencia aún más difícil de advertir y que no se manifiesta ni con gritos, ni insultos directos pero cuyo impacto en el psiquismo del sujeto que la sufre es igual de dañino. Nos referimos a ese tipo de violencia que la victimóloga francesa Marie-France Hirigoyen denominó “violencia perversa”.
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Las estadísticas nacionales sobre violencia de género resultan abrumadoras y alarmantes. Según el Fondo de Población de la ONU y la Oficina Nacional de Estadísticas, el 17.2 % de las mujeres dominicanas entre 19 y 49 años de edad, han sido víctimas de algún tipo de violencia física.
La violencia perversa se ejerce de un modo indirecto mediante comentarios irónicos constantes, de burla y con la intención de humillar, una tensión que se produce cuando la víctima y su agresor o agresora están en público, mensajes confusos y veladamente hirientes, que buscan desestabilizar psicológicamente a quien se agrede. A esto se agregan una serie de maniobras por el estilo que van drenando lentamente la autoestima, la seguridad y la capacidad de defenderse. Cuando la víctima llega a percatarse de esta agresión e intenta enfrentarla, la respuesta es que eso que denuncia solo existe en su cabeza.
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A las fiscalías suelen llegan los casos más graves, cuando la vida de la víctima se percibe que está en peligro porque la espiral de violencia ha ido incrementándose. La violencia psicológica es mucho más difícil de probar ante un tribunal, porque no deja marcas en el cuerpo pero va destruyendo el psiquismo de las víctimas.
La violencia perversa está compuesta por agresiones sutiles, que “no dejan un rastro tangible y los testigos tienden a interpretarlas como simples aspectos de una relación conflictiva o apasionada entre dos personas de carácter, cuando, en realidad, constituyen un intento violento, y a veces exitoso, de destrucción moral e incluso física” (Hirigoyen 1999).
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A las fiscalías suelen llegan los casos más graves, cuando la vida de la víctima se percibe que está en peligro porque la espiral de violencia ha ido incrementándose. La violencia psicológica es mucho más difícil de probar ante un tribunal, porque no deja marcas en el cuerpo pero va destruyendo el psiquismo de las víctimas.
Los efectos letales de este tipo de relación en las víctimas aconsejan que estemos alertas y que incluyamos dentro de la concepción de violencia estas formas sutiles que a veces resultan invisibles a los demás y a nosotros mismos.
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Hay quienes opinan que los altos índices de violencia en nuestro país son el producto del subdesarrollo, pero las estadísticas existentes en países desarrollados desmienten este aserto y ponen en evidencia que este fenómeno detestable se produce en todos los niveles sociales y en todos los países.