Hay que ponerle fin a la inmadurez
Hoy es lunes. Me levanté a las 6:00 AM, me puse la ropa de entrenamiento y me fui a correr. Volví y me desayuné con avena, una manzana, un jugo de naranja y ni miré el café. Estuve lista un poco antes de las 8 y llegué al trabajo quince minutos antes de la hora de entrada. Pude leer el periódico, ver todos los correos del fin de semana y a las 9 en punto ya había agendado la lista de cosas para hacer esta semana, llegando a 19. He madurado me dije. Sin darme cuenta entre tareas dieron las 11:30 y aun no había visitado Facebook o Pinterest. Decidí tomarme unos minutos para llamar a mi madre. Muy cordialmente, buenos días entre ambas, no iré a comer hoy, llego temprano esta tarde, nos vemos luego, te quiero. Casi me doy una palmadita en la espalda por llevarme de manera tan elegante con mi mamá, a los 23. Llegó la tarde, y como no fui a comer y me había levantado temprano me entró el humor de una persona hambrienta y con sueño. Apenas había llegado al punto 12 de la lista y comenzaba a frustrarme por la hora y media que llevaba leyendo las mismas 800 palabras sin comprender.
“Las emociones son estados anímicos que provocan una actividad orgánica que se refleja en distintos tipos de comportamiento”, explico Robert Plutchik. Hizo de las emociones: ira, temor, tristeza, sorpresa, disgusto, alegría, esperanza y aceptación las 8 categorías principales para los demás tipos de comportamiento. El no haber alcanzado las metas del día me daba tristeza y enojo contra las cosas que habían surgido en el camino; dice Mafalda, “lo urgente no deja tiempo para lo importante”. Sentía miedo por el día de mañana, ya que había cosas en agenda que serían puestas a un lado, hasta terminar las que quedaron pendientes hoy. Mi seguridad se fue a pique en la llamada que me informaba que algo no saldría a tiempo a pesar de haber aclarado las fechas de entrega y haber dado seguimiento diario a la producción de las piezas. A pesar de todo, me sentía empoderada de la situación y dicen por ahí que no hay amenaza peor que alguien con poder y con hambre. Digamos que esa tarde no fui muy nice con mis compañeros y que no logré completar más nada de lo planeado y que la semana entera se arruinó un poco por haberme creído más grande de la cuenta. Cuando somos pequeños, nos brindan una merienda entre las tareas y en la escuela nos dan una media hora de siesta, y nos permiten salir al patio a dejar salir la energía contenida. Esto es lo que nos permite aprender durante esos primero años de formación, el balance. Work hard, play hard.
¿Cuándo fue la última vez que miraste hacia arriba para adivinar qué forma tienen las nubes? ¿Cuándo fue la última vez que probaste tu cereal favorito, no la cosa esa con fibra que comes ahora, sino, tu sabor preferido? ¿Cuánto hace que no sales a pasear, a caminar o a correr? Es importante no dejar que el niño dentro de cada uno muera, ejercitarlo, sacarlo a conocer cosas nuevas y darle a probar alimentos deliciosos, para que este pueda seguir aprendiendo, para que este pueda crecer en vez de hacerse viejo. Digamos que esta noche, en vez de dormirme aun con la ropa del trabajo frente a las noticias, me voy a hacer una sopa de letras y voy a dibujar mi nombre con ellas, me voy a dormir temprano y a comer cereal de bolitas (el que parece purina) de desayuno mañana. Suena a que va a ser un día genial.