Su verdadera pasión se escondía bajo tierra
El ingeniero egresado del INTEC Martín Duarte cursó la carrera de ingeniería de Petróleo y Gas Natural en la Universidad Estatal de Pensilvania, a través del Programa 2+2, y ahora trabaja para una empresa petrolera en Estados Unidos
SANTO DOMINGO. Soñaba con trabajar a miles de kilómetros sobre la faz de la tierra, hasta que descubrió que su verdadera pasión estaba justo al lado opuesto: debajo de ella.
Martín Duarte estaba en el camino para convertirse en ingeniero aeroespacial, pues desde que era chico le gustaron las aeronaves y vehículos espaciales; sin embargo, el destino le llevaría a estudiar ingeniería de Petróleo y Gas Natural de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State), por lo que ahora pasa sus días perforando varios kilómetros bajo tierra.
El joven oriundo de San Francisco de Macorís estaba disfrutando unas merecidas vacaciones en el país, cuando se tomó un momento para conversar con La Colmena sobre su experiencia como egresado del Programa 2 + 2, que permite a los estudiantes del INTEC cursar la mitad de su en esa universidad, y el resto en unade varias universidades prestigiosas de Estados Unidos, recibiendo el título de la academia estadounidense.
“La vida estudiantil en la Universidad de Penn State es muy enfocada, todo el mundo tiene su plan profesional claro. Aparte de esa vida estudiantil, hay muchas actividades para hacer, uno nunca se aburre. Por ser dominicano, la gente siempre me hacía muchas preguntas y se interesaba por mí y mis compañeros intecianos”, recuerda Martín, quien estuvo primero estudiando ingeniería Aeroespacial, para luego transferirse al programa de Petróleo y Gas Natural.
Al llegar allí, recuerda que la formación básica en ingenierías que recibió en el INTEC le sirvió para integrarse sin contratiempos a sus clases y estar al nivel de sus compañeros. Dijo que allá hay una pequeña comunidad de intecianos que también se abre paso en ramas poco tradicionales de la ingeniería.
Sobre su trabajo, dijo que le llamó la atención que esa rama de la ingeniería funciona de manera muy diferente, porque su ejercicio ocurre kilómetros bajo la tierra, y se trabaja con cálculos aproximados, “uno se aprende lo básico, pero la experiencia de campo es totalmente diferente”, y por eso decidió insertarse al mercado laboral tan pronto pudo.
Desde 2015, cuando se graduó de Penn State, Martín trabaja para una empresa que brinda servicios de monitoreo y control de la presión de los pozos de perforación de manera preventiva y como proceso de optimización de ese proceso, un oficio que le mantiene viajando mensualmente por distintas ciudades de Estados Unidos.
“Lo único malo de mi trabajo es que nunca estoy en casa, me paso meses viajando. Algo que en inicio me atrajo, pues me gusta mucho viajar. Ahora mismo me conviene, pero cuando quiera tener una familia será difícil”, reflexiona Martín, de 26 años, quien reside en Texas. Además, su trabajo ocupa 12 horas diarias semanalmente y no existen feriados, ni cumpleaños, ni Navidad, A} y un largo etcétera. Trabaja de 4 a 8 semanas sin interrupción con 14 a 21 días libres entre trabajos.
Aun así, tiene metas clara y sus planes no implican salir pronto a la superficie. “No quiero parar ahí. Ahora que tengo la experiencia de campo, quiero hacer una maestría y emplearme en el aspecto administrativo de la industria petrolera”, dijo.