El estudiante Alejandro David Rodríguez nos comparte un ensayo orientado a identificar el nivel de influencia de la música en la identidad de las personas, y en particular en los adolescentes
La música es el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos.
La música ha sido compañera del ser humano desde los comienzos de su historia. Se especula que los comienzos de su historia tienen relación con la imitación de los sonidos de la naturaleza, como el canto de las aves y también de la naturaleza interna del ser humano, por ejemplo el ritmo natural de los latidos del corazón.
Según Juliette Alvin “A través de los siglos, entre filósofos, médicos y músicos ya ha habido diversas escuelas de pensamiento que trataron de explicar el mecanismo de respuestas a la música. Oscilaron entre dos teorías: algunos creían que la música afectaba primordialmente las emociones y despertaba estados de ánimos que a su vez actuaban sobre el cuerpo; otros pensaban que el proceso era inverso: de lo fisiológico a lo psicológico”.
Pero hay evidencia para sostener que la música tiene influencia en las personas, especialmente en los adolescentes, influyendo su ánimo y su comportamiento, ya que durante la adolescencia, los jóvenes buscan su lugar en el mundo social como un individuo activo en la sociedad, y esta búsqueda los lleva por diferentes caminos. El desarrollo psicosocial, enfatiza la búsqueda de la identidad en los años de la adolescencia y nos muestra la manera como los adolescentes elaboran modelos de conocimiento y conductas, a partir de los cuales construyen, interpretan y actúan la realidad, generando en repetidas ocasiones conductas antisociales que los estigmatizan y convierten en personas no gratas para la sociedad en donde viven.
En un mundo que tiende a la homogeneidad extrema, la música parece ser la última salida donde mostrar una diferencia. Ser original, independiente o rebelde, e ir contra la corriente. Quizás sea buscar una identidad diferente a la de sus padres, o quizás, solo ocupar el tiempo libre, o ahogar el sentimiento de soledad, y encontrar un grupo de personas en el que ampararse ante las exigencias del sistema. El hecho es que una de las actividades que más realizan los adolescentes es escuchar música.
Los adolescentes son los más propensos a ser influenciados por los nuevos estilos músicales, ya que se sabe que los jóvenes construyen su identidad con el vestuario, el peinado, el lenguaje, y la música. Los jóvenes se unen a grupos que se transforman luego en tribus sociales. Los amigos son el centro donde se forman los patrones de conducta que sigue el adolescente. En los grupos en los cuales, el elemento de unión, es la música, las creencias se generan a partir de ella. Ella es la que determina la forma de vestirse, de peinarse, de moverse, la forma de hablar. Este conjunto de creencias construye la identidad de ese grupo o tribu de pertenencia.
¿Tiene la música algún tipo de repercusiones en el plano cognoscitivo de los adolescentes? Algunos podrían argumentar que la música tiene diferente significado para diferentes personas, y que su efecto es sólo cuestión de una respuesta condicionada, ésta no es una premisa aceptada por los productores de películas, pues al incorporar un tema músical a una película, se da por sentado que tendrá un impacto similar en todas las personas. Si este no fuera el caso, la música para las películas no tendría ningún sentido en otros contextos culturales. Pero se ha demostrado que el condicionamiento no puede lograr que la música que transmite enojo y odio, o temor y suspenso, a un ser humano, comunique amor o alegría y paz a otro.
No nos cabe duda de que si nos preguntamos qué es la música para los componentes de las tribus urbanas adolescentes obtendríamos respuestas que nos llevarían a pensar que cada individuo se siente identificado con un tipo de música y como música entendemos los componentes de dicha música, ritmo, melodía, texto (letra), armonía, textura… en su acepción propia. Si el individuo se siente identificado con algún tipo de música quiere esto decir que forma parte de su identidad. También podría hablarse de que cada individuo puede sentirse identificado con el intérprete de dicha música, sea por la propia interpretación, por sus ideas o por su forma de ser y de comportarse.
Aristóteles enseñaba que la música refleja directamente las pasiones o estados del alma -apacibilidad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos y otras cualidades; por lo tanto, cuando uno escucha música que imita cierta pasión, es imbuido por la misma pasión.
Autores como Lagner y Weir, en Alvin (s.f.), opinan que el sonido afecta principalmente al sistema nervioso autónomo, lugar donde se centran y se originan las emociones. Según Alvin (s.f.), las respuestas que muestra el hombre frente a la música, se ven influidas por factores como: la receptividad física del hombre al sonido, la sensibilidad del hombre hacia la música, ya sea innata o adquirida, y a su estado mental.
Las respuestas a la música, que llegan primero desde un estímulo perceptual son tanto fisiológicas como psicológicas. Su interacción se traduce en un efecto general relacionado con la combinación de los diversos elementos músicales presentes en una misma pieza; por ejemplo, cuando la melodía y el color, o el ritmo y la agudeza van juntos. La misma melodía ejecutada sobre diferentes instrumentos o a diferente altura- en distintas tonalidad- puede provocar reacciones diferentes y aun algunas veces de tipo opuesto.
Las respuestas psicológicas que experimenta una persona ante una experiencia músical, dependen de la capacidad del oyente para identificarse con la música, y no de la calidad de la música, por lo que las asociaciones o autoexpresión que realiza el oyente con dicha experiencia músical, dependen de lo que ya existe en su interior.
Gran parte del pensamiento contemporáneo adjudica la culpa del comportamiento aberrante (mala conducta sexual, rebelión, violencia, etc.) al supuesto poder característico de la música para orquestar nuestras acciones. Algunos extienden esto al punto de creer que la música es una herramienta especial de Satanás, de forma que, cuando aparece este tipo de comportamiento, él es el culpable.
Para recapitular podríamos decir que el análisis de la música como hecho social no puede realizarse de ninguna manera fuera del marco del análisis socio-cultural. La música no tiene significado sin su reconocimiento como una de las manifestaciones culturales de la sociedad y un “texto” de alto contenido simbólico, es decir, como comportamiento social culturalmente determinado.
La música puede desempeñar un papel importante en la socialización y en la formación de la identidad del adolescente, y se ha convertido en un símbolo de su búsqueda de identidad y autonomía. Los adolescentes utilizan la música como refuerzo de identificación con su grupo de iguales, como vehículo de su rebeldía contra lo convencional, para ayudarles a establecer una identidad separada de la de sus padres o simplemente es usada para relajarse, entretenerse o evitar el sentimiento de soledad.
La música ha tenido un papel más ritualista a lo largo de la historia; lo que quiere decir que la música tiene un papel muy influyente en todas las culturas, vale destacar que es ahí donde se antepone la respuesta a la pregunta- ¿influye la música en el comportamiento de las personas?- claro que sí, ya que se muestra como un vestigio de lo que es el individuo, de lo que siente la persona, de lo que piensa o de sus vivencias; por lo cual se puede decir, que mas que influir a la persona la muestra tal como es sin tabús, sin restricciones y sin ilusorias demostraciones de personalidad ,ya que es ahí donde se muestra en verdad quien es la persona; del mismo modo la música tiene un papel social, ya que lleva la ambientación de muchos de los ritos llevados por los seres humanos a lo largo de la historia ya sea universal o particularmente.
Si consideramos que es un rasgo de identidad todo aquello que le ayuda a mantener la propia personalidad y que además le hace sentirse identificado con otros individuos semejantes, debemos concluir diciendo que, la música es sin duda un rasgo de identidad y un componente influyente para cada una de las tribus urbanas.
Fotos: http://imagenes.4ever.eu; Feria INTECnología 2015.