Libertad Digital: ¿Me afecta lo que publico en redes sociales?
En una respuesta corta al título de este artículo: Sí. No es secreto para nadie, que muchas empresas están depurando posibles candidatos por sus publicaciones en los medios digitales, tratando de desechar perfiles conflictivos o que entiendan que puede afectar el ambiente laboral, también existen casos como el de Harvard, que rechazó candidatos a estudiantes por comentarios xenófobos. Pero antes que entremos en quejas sobre libertad de expresión, “mis redes son mías” y otras respuestas reactivas, tratemos de ver las dos caras de la moneda.
Algunas cosas hay que tener claras: Las redes sociales son un medio de comunicación y por su propio peso, de expresión. La expresión, es por mera definición, la representación por palabras u otros medios de nuestra forma de pensar, ideas o sentimientos, lo cual quiere decir que no compartimos lo que no sentimos o en lo que no creemos. Hasta ahí llega la libertad de expresión, pero ¿Dónde entra la responsabilidad del usuario sobre lo que escribe y comparte?
A veces olvidamos a conveniencia (conscientes o no) nuestra responsabilidad a la hora de pulsar el botón “publicar”. Un “chistecito”, una posición política, una “puya inocente”, todo esto habla de quiénes somos como individuos o al menos, de una parte de nosotros. Lo interesante de la libertad de expresión es que funciona tanto para el emisor como para el receptor del mensaje. Esperar que no se cree una imagen, aunque sea breve, de nosotros por nuestro manejo de contenido en redes, es ilógico.
OJO: no creo que lo compartido en redes da una imagen total de un individuo, se y estoy consciente de los casos de discriminación por motivos raciales, religiosos o sexuales que abren las redes sociales, pero ese no es el tema en este momento. Indudablemente, nuestro manejo de información ofrece una primera impresión y al igual que las primeras impresiones no digitales, se debe de ser cuidadoso.
También se encuentra la otra cara de la moneda y al leer la palabra “afectar” solo pensamos los puntos negativos, pero ¿Y si compartiéramos más información útil, profesional, armoniosa y positiva, no diéramos una mejor cara de nosotros mismos?
El fin de este texto, no es decirle a nadie cómo manejarse en el mundo virtual, qué publicar o qué no. Es, más que nada, recordarle al lector que todas nuestras acciones, virtuales o análogas nos afectan (para bien o para mal), arrastrando consecuencias (positivas o negativas) con las que debemos lidiar.
Que si genuinamente creemos en algo y lo compartimos o hablamos al respecto, debemos estar listos para defender nuestro punto con la mayor altura, entender que hay quienes no estarán de acuerdo con nosotros pero no por eso debemos encerrarnos en la burbuja que nos da un algoritmo y que, así como tratamos de dar nuestra mejor cara en el mundo real, el mundo digital merece el mismo cuidado.
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