Detener la violencia contra la mujer es una tarea pendiente de las autoridades dominicanas, mientras se trata de conseguir una solución a la problemática muchas mujeres pierden y siguen perdiendo la vida víctimas de la violencia
Por: Issac Mariñez/ Pasante del Centro de Estudios de Género del INTEC
Durante los primeros siete meses del año 2019 unas 88 mujeres han sido asesinadas por un hombre en República Dominicana, de esa cantidad solo 50 son clasificados como feminicidios por la Procuraduría General de la República Dominicana (PGRD), esto es sin considerar a los homicidios que tienen como causa la violencia intrafamiliar o las violaciones sexuales. Leer esto hace pensar que el panorama no puede ser peor, el machismo, el patriarcado las está matando. Pero luego nos encontramos con informaciones como que, en el 2018, un 80% de los casos de feminicidios habían sido denunciadas a la Unidad de Atención a las Víctimas de Violencia de Género, pero el Estado les falló, no las protegió y permitió que individuos, que ya sabían representaba un peligro para ellas, apagaran sus luces.
Para completar un poco más el panorama e intentar lograr una mayor compresión de las dimensiones del problema que representan los feminicidios, la manifestación máxima de la violencia machista contra la mujer, debemos hablar de sus hijos, de los hijos de las 400 mujeres que han muerto a manos de sus parejas o exparejas entre el 2015 y lo que va del 2019.
Por cada feminicidio2.5 niños, niñas y adolescentes quedan huérfanos, lo que representa unos 300 al año, según estadísticas de la PGRD. Actualmente 398 niños, niñas y adolescentes se encuentran dentro del Protocolo de Atención de Niños, Niñas y Adolescentes Huérfanos por Feminicidios, recibiendo ayuda psicológica y familiar. Pero hay otros a los que les están dejando fuera, otros muchos que, ya sea por la incompetencia de las autoridades locales de sus municipios o por la falta de estruendo en los medios no son alcanzados por el Protocolo, quedando así invisibilizados ante el Estado. Todos estos niños se traumatizan, viven una de las peores experiencias imaginables. El Estado les falla a todos ellos también, dejando que el machismo mate a sus madres.
Todas están cifras son alarmantes y espeluznantes, deben bajar, pero a 0. ¡Exijamos al Estado dominicano que haga su trabajo!¡Ni una menos!
“Cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, me surgió la audición para “Orange Is the New Black” y toda mi perspectiva cambió”
Por: Laura Parra
Laura Gómez triunfa alrededor del mundo con su interpretación en la famosa serie de Netflix “Orange Is the New Black”, un éxito que le abre paso en producciones cinematográficas como la película dominicana Sambá, estrenada en el importante Festival de Cine de Tribeca. La actriz dominicana, con casi 17 años radicada en New York, hizo un alto en su agenda para venir al INTEC a hablarnos de su carrera.
¿Cómo es el proceso de hacerse actriz, una cuestión de técnica o de pasión?
Todo parte de la pasión, no es un oficio que recomiendo. La idea de que te vas a hacer rica y famosa es una fantasía. Esto es como ser médico, necesitas vocación. A partir de esa vocación, el actor debe entrenarse como en cualquier oficio, incluso más, debe saber un poco de todo, ya que son herramientas para ayudar a desarrollar un personaje; debe saber de la realidad actual, de política, de arte, de cultura, etcétera. Todo te nutre, todo te ilumina y llegará el momento en el que debas usarlo para tu personaje. Prepararse es esencial.
Estás en el país promocionando tu actuación en “Sambá”. ¿Qué tal el trabajo con los directores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas?
Conocía y valoraba su trabajo. Me encantó “Dólares de Arena” y hacía tiempo que me llamaba la atención el cine que se estaba creando en República Dominicana. El proceso de rodar “Sambá” fue muy gratificante y enriquecedor, teníamos un set muy ameno y me pareció el vehículo perfecto para hacer cine en Santo Domingo después de tantos años fuera. El lenguaje visual de ellos es muy específico y yo lo aprecio mucho.
¿Qué diferencias encuentras entre esta experiencia con cineastas dominicanos y lo que vives en la serie de Netflix?
No los comparo mucho, hay recursos que en otros lugares no tienen. Lo que me atrae es la historia. No he tenido siempre la fortuna de elegir, pero si la tuviese, me gustaría trabajar en películas que yo quisiera ver, soy muy cinéfila, el cine que me gusta tiene que ver con el tipo de personajes que me gustaría interpretar. En la serie tuve mucha suerte y atraje el personaje que quería interpretar.
Tu personaje de Blanca Flores me resulta anti-actriz, tiene un pajón que apenas deja ver su cara, va desaliñada. Ya sabemos que puedes dejar de lado la estética. ¿Qué cosas jamás dejarías por un personaje?
Es todo lo contrario, creo que esa idea del glamour de las actrices la distorsionó Hollywood, para eso están las modelos. El glamour hay que dejarlo para fuera de cámaras, la parte divertida de un personaje es ensuciarse, como un pintor con un cuadro. Y con el personaje de Blanca ha sido con el que más me he divertido de mis actuaciones frente a una cámara. Si un personaje me da miedo, eso es positivo porque hay un reto. Lo que no haría es hacer un personaje manipulado, que no venga de la verdad de la historia
que se intenta contar, que sea sólo por exponer a la actriz. Siempre que contenga verdad estoy dispuesta a interpretarlo.
La serie sacó a la luz a mujeres invisibles para Hollywood, protagonistas afroamericanas, lesbianas, latinas, mujeres de edad avanzada, etc. ¿Las reivindica?
Sí, sí claro, ese ha sido parte del éxito de esta serie. Hay elementos clave: un elenco casi completamente de mujeres, en cierto modo desafiando a una industria que se encarga de perpetuar la idea de que las mujeres no venden. Precisamente, que haya tanta diversidad alimenta a una audiencia hambrienta de nuevas historias y más humanas, interpretadas por gente que parezcan más reales y para eso se hizo un casting desde Los Ángeles a New York. Incluso detrás de cámara hay un equipo de muchas mujeres, muy diversas en todo el sentido de la palabra, que llega a una audiencia nueva que también era invisible y que finalmente se ve con voz. Creo que Lavern Cox es la primera actriz transgénero que protagoniza una.
Esta serie es parte de esos cambios sociales que apuestan por más tolerancia, sin ir sermoneando con su mensaje.
Este año en República Dominicana más de 50 mujeres fueron asesinadas por sus parejas, una tendencia en aumento. ¿Crees que un rol más protagónico de la mujer tiene relación con este flagelo?
En nuestra sociedad hay una mentalidad perpetuada por el patriarcado, en la que la mujer debe tener un rol secundario y es una propiedad del hombre. De repente ese rol pasivo empieza a cambiar, a notarse un poco más de liberación cuando la mujer entiende cual es su valor. No tengo una respuesta estadística psicológica, es mi punto de vista en base a lo que leo y observo.Creo que empezamos a reconocer nuestros derechos y la sociedad todavía no los legitima, pero eso no quita que el movimiento
esté sucediendo. Es lo que sucede con el movimiento gay, que ya no hay forma de volver atrás; puede haber todos los homofóbicos que quieran y la iglesia estar todo lo en contra que quiera, no va
a volver atrás. Pero luego viene la resistencia a estos cambios por esos machistas que se convierte en violencia. Ese tipo de relación misógina se debe tratar como una enfermedad. No es solo a las mujeres a las que debemos criar con una mentalidad de liberación femenina, sino también a los hombres. Entonces estaremos quizás un poquito más a la par en una generación venidera.
Un capítulo de la serie en el que tu personaje gana mayor presencia, se dedicó a la comunidad dominicana en Estados Unidos. ¿Ese retrato se parece a la realidad?
Se abrió un debate con diferentes opiniones; la comunidad dominicana se sintió ofendida porque en algunos momentos la serie la retrataba de manera injusta y estereotipada. Mi respuesta es que se
trata de una historia desarrollada en prisión, por lo tanto parte del estereotipo. El concepto de OITNB es humanizar a estos personajes a través de sus historias personales, porque solemos generalizar sin
conocer a las personas, hasta físicamente. La serie retrata a mujeres en circunstancias muy peculiares y vienen de lugares difíciles, no a un grupo en particular como el más civilizado. Si se trata de burlarse, la serie se burla de todo y ese episodio me pareció gracioso y honesto. A las personas a veces no les gusta que otros se rían de su gente, soy políticamente incorrecta, así que a mí me encanta. Tengo mucho respeto por los escritores, los guionistas y los comediantes que se arriesgan a ir hasta lugares que usualmente no se tratan por ser peligrosos. La comedia está para eso, para tocar los nervios
¿Hay aquí potencial para películas de gánsteres?
Imagino que sí, mientras sean historias genuinas y no traten de imitar a otras industrias. Las mejores historias que están pasando aquí son las muy nuestras y con una calidad visual muy dominicana o latinoamericana. Lo de gánsteres puede que de momento sea muy ambicioso, que necesitemos seguir caminando y explorar el lugar en el que estamos, a lo mejor podemos cambiarle el nombre al género y hacer algo más propio. En este momento todo es nuevo, fresco y válido. Explorar es válido, equivocarse es válido siempre y cuando sea intentando llegar a algo interesante.
Blanca Flores simboliza la resistencia, lo subversivo. ¿Te identificas con tu personaje?
Bastante, cuando Blanca empezó a plantar cara y ser la resistencia fue cuando sentí que el personaje se parecía más a mí. A veces bromeo con los guionistas y les pregunto si nos ven cuando estamos fuera porque nos parecemos mucho, estoy segura de que toman muchas cosas de nuestras vidas. Estoy involucrada en temas de política, así que me he visto en situaciones semejantes. Eso no quiere decir que yo tenga los ovarios de Blanca que se subió en una mesa de la cárcel para oponerse a los guardias, pero
sí tengo el impulso, si veo a alguien subirse me subo con ella. Sí, Blanca tiene ese lado subversivo con el que yo me identifico.
¿Conoces el movimiento Marcha Verde? ¿Conseguirán, como Blanca, ser la resistencia y la semilla del cambio para el país?
Lo conozco, pueden sembrar una semilla, aunque mantengo una posición… no pesimista, sino más bien de ver el mundo con una realidad que a veces me trastorna por la frustración de ver toda esa corrupción que no permite que los cambios pasen. Sí, hay cambio, pero a veces el ruido no deja oír la melodía. Hay mucho ruido alrededor, aunque pienso que se puede crear melodía de cambio. El gran valor es ser partícipes, aunque el cambio tome muchos años, al menos sabes que eres parte de la solución. Se
está sembrando algo, aunque sea consciencia.
Te haces eco de causas sociales, escribes, lees, en especial a Dostoyevski. Una frase suya me gusta mucho: “La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión” ¿Somos prisioneros de la mala educación?
Sí. Para salir debemos concienciarnos y no existe mucho de esto por las raíces torcidas, aunque no es algo solamente de nuestro país, el mundo se encuentra en un lugar muy extraño. Siento a veces mucha decepción con lo que veo y me frustra que la gente tenga que esperar que le pase algo para despertar, ¿por qué no despertamos simplemente porque el vecino no tiene agua, por qué esperar a que
sea yo que no la tiene? Porque la sociedad está diseñada un poco para que eso sea así, para que sigamos en nuestro túnel y no hagamos fuerza, porque hay fuerza en la unión. Estamos un poquito dormidos. La desigualdad social se sale de control en el mundo y me pregunto hasta cuándo estará ese prisionero sin darse cuenta que está en prisión. Dostoyevski es muy sabio, más sabio que nosotros.