Tres parciales, una práctica, cuatro materias, la vida (o lo que queda de ella) y una acción: ¡Barajar!
Todos barajamos, pero hay algo en la sangre del estudiante universitario que motiva a que esta actividad sea imprescindible para la propia supervivencia, pues eleva sus niveles de adrenalina con cada día que se acerca a la fecha de entrega o recepción de exámenes.
El baraje es tan antiguo como el trabajo mismo. Dicen los expertos que “es la acción inconsciente de la búsqueda eterna del estudiante por la aventura, que lo empuja a ignorar sus quehaceres para así tener rushes de tiempo y agendas escritas por las mismas ninfas de Belcebú”…o algo así.
Muchas son las herramientas con las que se cuenta para esta rutinaria actividad. Buscar y encontrar a tus amigos de tercero de básica en todas las redes sociales a las que estés afiliado, indagar sobre recetas suecas de pasteles de frutas deshidratadas, iniciar un blog, tomar clases de costura por correspondencia electrónica e incluso busca el significado de la vida en Wikipedia pueden ser consideradas como opciones buenas, válidas e imprescindibles al momento de empezar a trabajar.
Algunas son tomadas tan en serio que llegan a ser puestas en ejecución sin el más mínimo contratiempo. ¿La tarea? Bien, gracias; debo bañar al perro del hermano, del vecino de mi primo antes de ver el último capítulo de la serie del momento.
Esto se le llama “barajar horas de estudio como deporte extremo”.
Lo más interesante de todo es que uno cuenta con una voz casi imperceptible que reza en nuestro cerebro: “Fulano/a…te va lleva er diablo…ponte a trabajar…”, mientras que otra voz mucho más fuerte y seductora replica: “¡No ombe! Eso é’ diunavé”, y los días pasan como troncos cortados para hacer una fogata: ¡La de tu examen!
Recuerdas casualmente, un día antes, que tienes dos examenes y entre ellos una práctica que entregar. Empiezan los nervios, el rush, llamar al pana que no baraja nunca, pero que tiene la costumbre de apagar el celular porque “todo el mundo lo llama para repasar o para que preste la práctica”. Todo el mundo tiene un cuento: “No, loco, no me dio tiempo porque la vida, y tú sabes, blablablá, préstamela al favol”.
Repasa
Poderes de joseo elevados a 140%, mientras el apetito y el sueño se vuelven cosas secundarias.s para el examen como puedes: “botella mode”; o empiezas a rezar para que alguien que conoces esté con ese mismo profesor en la sesión de la mañana y te cuente qué tan piedra es el examen.
Terminas la práctica, le entras al examen y sientes cómo tu corazón pide cacao ante el torrente sanguíneo que le estás mandando por culpa de la adrenalina. Así es que se muere la gente.
Sales del examen, te ríes como un maniático ante la sorpresa de que, una vez más, te salvaste, mientras juras que nunca más…nunca más. Y entonces inicia el ciclo nuevamente.
La idea no es aplaudir al baraje, sino meditar al respecto. Recuerden, niños: “El exceso de baraja es nocivo para la salud. Es una ley de vida”.