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Tag: cliente

De cómo los videojuegos me hicieron mejor diseñador

En esta colaboración Mr. Pichón nos invita a cambiar nuestra manera de calificar a los “gamers” y comenzar a apreciar el otro lado de los videojuegos ¡uno muy positivo para los creativos!


José Miguel Sánchez Ovalles – MrPichón.
| Instagram – Twitter: MrPichon 

Mrpichon@Mrpichon.com

“¡Muchacho! ¿y tú todavía estás en eso?” – “Mijo, crece” – “Yo no pierdo mi tiempo en eso” –son frases que tienen persiguiéndome 23 de mis 27 años de vida. Los videojuegos llegaron a mi vida a temprana edad y han estado dándome visa a todos sus universos desde que tengo uso de memoria y razón.

Nunca entenderé la necesidad humana de sentirse incómodo por lo que a otro le hace feliz, aunque no le haga daño. Quizás sea apatía o pura necedad, pero la verdad es que ser videojugador genera estigmas.

Sin embargo, de algo que puedo hablar es de cómo entiendo que los videojuegos me han aportado a mi vida como diseñador.

No hablaré de lo que “dicen los científicos” de cómo los videojuegos aportan a la solución de problemas o que, contrario a la creencia popular de que “te vuelven más violento”, pueden ser herramientas sociales.

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Tengo para decirle, querido lector, que el mundo del videojuego es mucho más que Mario 2. Es un universo de mecánicas, estilos de arte, música e historias. Convergen todas las artes. Es sumergirse en un libro que te permite vivir una experiencia directa. No todos los juegos son iguales, por supuesto. Hay desde Candy Crush hasta Final Fantasy y, aunque el factor principal es la diversión, verlos con ojo crítico y tratar de sacar algo extra le da la razón al dicho “de todo se aprende”.

Estilos gráficos. No es lo mismo un juego 2D, que uno 3D, como tampoco lo es uno de aventura que uno de terror. La variedad gráfica en el mundo de los videojuegos es tan grande como la imaginación de sus creadores. En Okami, por ejemplo, el estilo japonés brilla por sus mundos llenos de color e ilustraciones basadas en los pinceles de bambú. Zelda Windwaker se destaca por su manejo de la luz y Bayonetta por la complejidad en el diseño de sus personajes, por solo mencionar algunos.

Mecánicas. Todos los juegos interactúan de manera diferente con el usuario. Como diseñador industrial, ver que los juegos evolucionan a algo más que el dominio de un control es sumamente fascinante. El desarrollo de los sensores de movimiento ha ayudado a que cada vez nuestra interacción con el mundo virtual sea más interesante y la experiencia más real y divertida.

Referencias. Los videojuegos están cargados del trabajo de otros diseñadores, solo hay que observar. Desde el menú de inicio y la manera como resulta intuitivo, el manejo de la luz en un escenario, la variedad de personajes y su desarrollo, el diseño de vestuario e incluso el interiorismo… verlo con un fin más allá que “terminar el juego” es lo que marca la diferencia, tal como el que pasa una materia por pasarla y el que la pasa con deseos de aprender.

Idioma. Al igual que la música en un idioma extranjero, ciertos videojuegos pueden ayudar a mejorar nuestro aprendizaje. Ya sea con textos, al igual que un libro o escuchando los personajes hablar en el desarrollo de la historia, lo cierto es que pueden ser un apoyo del cual doy testimonio.

No digo ni espero que todo el mundo aprecie los juegos como yo, pero si empieza a ocurrir, GENIAL. La magia en cada historia y sus universos no hace este pasatiempo nada más lejano que un libro o una buena película. Dejemos de sufrir el placer del otro y, por qué no, juguemos un rato.

 

Servicio al…¿Qué es “cliente”?

En la vida hay enunciados que nadie nos explica, pero que a medida en que  conocemos la flora y fauna del mundo de los servicios y las empresas, nos vamos dando cuenta que son la realidad de muchos clientes en nuestra bella media isla: “Nada es lo que parece” y, en caso de serlo “Nadie puede ser tan feliz”

El “Nada es lo que parece” es ese manto misterioso seductor en el que uno cae enganchado, ya sea por la prisa del momento, por la publicidad fabulosa/engañosa, la presión social o astigmatismo a la letra pequeña de los contratos al momento de adquirir el servicio, la cual reza “al firmar esto, le ofreceremos el servicio, pero ay de usted que algo no funcione, por que morirá de cólera al querer reclamar asistencia”.

El segundo enunciado “Nadie puede ser tan feliz” aparece cuando debemos realizar una llamada o visita al departamento de servicio al cliente, osea, “la sala de parto sin anestesia”  luego de estar recibiendo ese producto/servicio al precio místico que nadie nos cree cuando lo fanfarroneamos a nuestras amistades de manera ocasional.

Tenga en cuenta que cuando usted decide llamar para hacer una reclamación, por mínima que sea, le crece automáticamente una barriga ready para parto la cual contiene un elefante… y el parto es natural.

Desde preguntar la fecha de su primer beso para luego ser transferido a un departamento a hablar con una persona que sabe menos que el anterior, son algunas de las técnicas empleadas para demostrarle al cliente que, aunque pague y tenga un contrato el cual no puede cancelar hasta que esté más seco que las dunas de Baní, el cliente siempre (cree él) tiene la razón.

Ese sadismo que uno imagina en la sonrisa de los representantes cuando dicen “¿Cómo puedo ayudarle?”,  seguido de un “espere en línea” y un ocasional “aún trabajo con usted” son el puente que nos construyen para que nos jondiemos al abismo cuando pidamos ser comunicados con un supervisor y nos digan que “eso no es posible”.

He llegado a la conclusión de que el mal servicio al cliente que ofrecen los representantes de algunas empresas es una venganza que de su subconsciente, resultado del mal ambiente laboral/sueldo, del cual si lee esto, quiero que comprenda que nosotros los clientes no tenemos la culpa.

Para concluir este tema quiero dejar dos mensajes:

• A las empresas: Eso que usted cree que debería estar ayudando a sus clientes lo único que hace es dañarle el nombre. Un mal servicio es igual a una mala fama…la gente también toma su venganza.

•  A los representantes de servicio al cliente: compre un libro de superación personal, tome terapia de inteligencia emocional y beba agua. Mi dinero es su sueldo.