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Tag: Banco Central de la Republica Dominicana

Confesiones de una miss inteciana

Una participante del Miss RDU 2016 narra su experiencia en el concurso y cómo involucrarse en él le hizo replantearse varios aspectos en su vida

 Por: Carly Mañán/ Egresada de Ingeniería Civil, octubre 2016

SANTO DOMINGO- Al igual que muchas jóvenes dominicanas y del mundo soñé con convertirme en modelo de grandes pasarelas y ser reconocida. Es por eso que, en 2013 con apenas un trimestre y medio de haber entrado a Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), asistí a una escuela de modelaje para iniciar una pasión.

Llevar INTEC con otra actividad era un suicidio académico. Pero, modelar y estudiar Ingeniería Civil, conjugó todo aquello que amaba.

Como todo en la vida los inicios son difíciles y ser una miss no es la excepción. Contrario a como muchos puedan verlo requiere de mucho trabajo, sacrificio, determinación y sobre todo mucha inversión económica para hacer realidad ese sueño.

Muchas solo quieren sentir la corona en su cabeza, otras sabemos que la corona es solo un complemento o más bien el adorno del título, pues lo que ésta representa es todas esas horas de caminar en dolorosos tacones, sonrisas que entumecen tu rostro, eternas horas en el salón de belleza, representar tu comunidad o ciudad actuando como un ser digno de admiración y sobre todo soportar las críticas hirientes de aquellos que no gustan de tu participación.

En 2016 realicé el primer casting para participar en el concurso más importante del país: Miss República Dominicana Universo; emprendí un camino que para mí dejaría una huella permanente y una experiencia inolvidable y así fue, pero no en la forma en la que pensaba.

La emoción del primer día en Magaly Febles Model Academy, no fue fácil de ocultar: las manos me sudaban, sonreía mucho y hablaba de más.

Duras críticas

Mi vida cambió completamente al leer los foros de belleza en las redes sociales donde varias personas se dedicaban a criticar “constructivamente” el concurso. Pedí entrada en estos foros para dar gracias por el apoyo y lo que encontré fueron palabras deformadas, insultos, peticiones de que entren “verdaderas concursantes”, que éramos un chiste y una vergüenza, que seríamos solo relleno, que pronto llegarían las reales (las que sí tienen material y son aptas según los foristas para participar).

Nunca imaginé el daño que esas palabras escritas por desconocidos iban a causarme, me pegaron fuerte. Duré una semana preocupada por mi dentadura porque leí que era horrible, de mi cabello: que si debo tenerlo más largo, que si otro color; con mi cara simple, una belleza común que no impacta.

Recursos económicos

La participación en un concurso de belleza oscila entre RD$ 6,000 hasta RD$165,000. Financiarse no es fácil, pero la franquicia dijo que nos entregaría cartas para solicitar patrocinios, pero mi carta nunca llegó, tuve que arreglármelas sola. Salía a buscar el patrocinio en el municipio al que representaba y mi madre que me ayudó a pagar los primeros 500 dólares para asegurar mi participación.

A esta búsqueda de patrocinio se sumó el estrés de mi último trimestre y la entrega del proyecto de grado. Si no hubiese sido por mi familia y amigos, hoy no hubiera culminado mi logro más grande: mi carrera.

Evitar malos entendidos

 Para evitar que se generen comentarios de que la corona fue negociada previamente o que ya se tenía pautado qué candidata ganaría, considero que sin importar qué tan preparada o no esté una candidata, si ya pasó por un casting y se le dio entrada al concurso todas pasen el mismo trabajo, los mismos retos, los mismos gastos y la misma cantidad de tiempo en el concurso.

Pese a que me llevé una decepción con la forma en que se maneja el concurso, decidí finalizarlo porque soy de las personas que les gusta terminar lo que han empezado y fue una meta a corto plazo por la que luché. A fin de cuentas, ya a esas alturas estaba retrasada en mis asignaciones de la universidad por la cantidad de tiempo que demandaba el Miss RDU.

El concurso llegaba a su final y estábamos en el Hotel Jaragua en ensayos continuos y sin descanso para la gran noche. Tenía los nervios a flor de piel y estaba segura de que había dado todo para alcanzar la corona.

Salí a montar el espectáculo más grande de mi vida, no fui finalista ni semi finalista, así que estaba vulnerable, a esto agréguenle que usé el traje de baño con dos nudos y tuve que graparme la banda para que no se vieran porque me quedaba demasiado grande.

Me alcé con el premio especial de Miss Comunicación y estoy segura que con el tiempo tendremos un manejo distinto en este concurso tan reconocido a nivel mundial, en el que se respeten los sueños y aspiraciones de chicas como yo que damos el 100% de nosotras por seguir aquello que amamos. Enmis pies tengo cayos y deformaciones por no poder quitarme los tacones desde las 9:00 de la mañana hasta la medianoche, aún recuerdo cada pisada y cada ensayo de baile en el que la frase “otra vez”, era la protagonista, cada momento que allí viví fue duro.

Aún mi familia y yo seguimos endeudados, pero esta experiencia me hizo despertar, apreciar más las cosas que tengo y claro, haber participado me dio cierto estatus y con esfuerzo he podido materializar uno mis grandes proyectos, crear mi propia agencia: CarMir Recruiting Modeling & Agency en la que me dedicaré a educar en área del modelaje y los certámenes de belleza.

Demostraré que, con el trabajo honrado, organización, buen manejo, valores, empatía y precios asequibles las jóvenes puedan formarse sin necesidad de venderles humo sino más bien una familia en donde podrán educarse sin acarrear deudas, traumas, lesiones, decepciones y demás.

Orígenes

Provengo de una familia humilde, pero gracias a Dios poderosa en valores y educación, de allí pude optar por una beca para estudiar en una universidad en la cual mi tiempo fuera 100% aprovechado y me abriera puertas que otras no podían brindarme. En el mes de junio del año 2012 fui becada por el Banco Central de la Republica Dominicana tras un proceso de selección, para estudiar Ingeniería Civil en el INTEC, hoy en día soy egresada y no puedo sentirme más feliz y agradecida con el Banco Central de la Republica Dominicana, por creer en mis capacidades y por aportar a que hoy pueda tener una vida distinta junto con mis familiares.

“INTEC me convirtió en numismático por accidente”

Miguel Román se considera un “custodio”. Licenciado en Economía y Licenciado en Sociología con concentración en Ciencias Políticas, inició sus estudios en INTEC y los terminó en la City University of New York – Lehman College, pero ha vuelto a esta colmena para hacer una Maestría en Gerencia del Comercio Internacional y para compartir una colección a la que ha dedicado buena parte de su tiempo, con evidente esmero: monedas internacionales.

Durante años le dio vueltas a la idea de exponer su colección en INTEC hasta que lo logró y desde hace un mes se exhiben en el lobby de la Sala Julio Ravelo de la Fuente de la Biblioteca con el título “La moneda: base del comercio internacional”. Más de 120 piezas tanto del siglo XIX como del XX se muestran discretamente en un escaparate de cristal: rupias de India, kopeks de Rusia, florines holandeses, francos franceses y así, monedas de Gran Bretaña, Sudáfrica, New Foundland, Australia, Guyana Británica, Curasao y una buena representación de piezas descontinuadas de República Dominicana y Estados Unidos, entre otros países. Cada una tiene una historia.

¿Desde cuándo colecciona monedas? Cómo formó su colección?

Todo empezó a finales de 1982. Comenzaron a llegar a mis manos. En el caso de las dominicanas, traté de no gastarlas; lo cual era siempre tentador y, lo confieso, sucumbí a dicha tentación en más de una ocasión…Pero no me dí por vencido. Propiamente, a coleccionarlas, a catalogarlas, a educarme sobre ellas (que es lo que en realidad hace una colección), comencé a fines de 1984; hace ya 28 largos años…

Fue casi por accidente. Todo empezó con una tarea sobre comercio y moneda, hace muchos años… Era un puñado (10 ó 12) de monedas que pegué en una cartulina, como mis compañeros de clase… El caso es que me llamaron mucho la atención y a partir de entonces las comencé a coleccionar.

¿Qué le inspiró a hacer ese proyecto?

Curiosidad, deseo de aprender, de compartir, sentido de responsabilidad histórica, agradecimiento. Cada moneda tiene su historia: lugar y fecha de nacimiento, leyenda, composición, arte, etc. Cada una me decía algo, me hablaba, y yo me dediqué a prestarle atención, a escucharle. Todavía lo hacen. Todavía les escucho. Ellas quieren contar su historia. En parte, por eso propuse la exhibición: para que otros también las escuchen. Yo solo soy el facilitador, el medio o canal de comunicación.

¿Cómo consiguió las monedas?

Me fascinaba (y todavía me fascina) el hecho de que después de tantos años (en algunos casos, más de un siglo), después de haber pasado por sabrá Dios cuántas manos, de cuántas transacciones se habrán hecho mediante ellas, y haber pasado quizás mil aventuras y peligros, de haber escapado de guerras, revoluciones, crisis económicas, y a las fundidoras, ahora estén bajo mi custodia, que no propiedad. Ayer fueron “propiedad” de alguien, pero hoy yo soy el custodio por un tiempo, hasta que pasen a las manos de otro custodio que las aprecie tanto o más que yo. Unas me fueron obsequiadas, otras las encontré en mi bolsillo, otras en bazares, otras tantas intercambiadas… en varias ciudades de la R.D y de EE.UU.

El Lic. Miguel Román junto a su colección de monedas.
El Lic. Miguel Román junto a su colección de monedas.

¿Cuáles fueron las más difíciles de conseguir?

Si “difícil” quiere decir que “cogí lucha”, así como en una subasta, o que duré años detrás de alguna de ellas, yo diría que ninguna lo fue. Ahora bien, estoy seguro que si ellas hablaran como lo hacemos nosotros, quedaríamos asombrados por la extraña combinación de factores que determinaron que hayan llegado aquí, a INTEC. Eso sí es difícil.

¿Sabe el valor de cada una?

Las monedas tienen varios “valores”: monetario, artístico, histórico, etc. Para mí, su principal valor es el privilegio de que me hayan escogido como su guardián. Sé el “valor” monetario aproximado de la mayoría de ellas, pues lo tengo registrado, pero así de memoria no, puesto que tengo una apreciación romántica de su verdadero valor, y me imagino que los romances son invaluables, por lo menos los que he tenido yo…

¿Cuáles son las más valoradas?

Siempre me he hecho esa pregunta, pero desde otra perspectiva: ¿Si tuviese que empezar otra vez, a cuáles me gustaría usar como pilares, como piedras angulares? La respuesta: no las más costosas, necesariamente, sino aquellas que llegaron a mi vida en algún momento especial o difícil, como por ejemplo: un “dime” estadounidense de 1840; 10 centavos dominicanos de 1956; otro “dime” de 1920; 3 peniques australianos de 1925; 3 peniques británicos de 1911; un chelín británico de 1939; (las últimas 4, coincidencialmente, junto a otras, llegaron a mi vida junto con INTEC, a fines de 1988, de ahí su valor sentimental); y dos o tres más que, sin ser las más “valiosas”, son las más “valoradas”, algo así como la monedita de la suerte de Rico Mac Pato, el de los antiguos paquitos (los cuales, por cierto, ya no se leen).

¿Forma parte de alguna red o entidad de numismática?

No tengo tiempo. INTEC me tiene secuestrado desde el lunes 3 de octubre de 1988…

¿Cómo se involucra con esta práctica alguien interesado? ¿Dónde se consigue más información sobre este tema en República Dominicana?

Algunas opciones son: El Banco Central de la República Dominicana, vía su Museo Numismático y su biblioteca (se los recomiendo, tienen un personal muy profesional y capacitado); la Sociedad Numismática Dominicana; la Internet; y, si tiene la oportunidad de viajar, las asociaciones numismáticas del área que visite, museos, bibliotecas, etc.

¿Cómo conecta la práctica de coleccionista con su formación en INTEC?

¿Recuerdan aquella tarea sobre comercio y moneda? Fue uno de los factores determinantes en mi elección de carreras: economía y sociología (aunque, en honor a la verdad, fueron ellas que me eligieron a mí). Ambas licenciaturas las inicié en INTEC y, por diversas razones, las completé en el extranjero. No digo “terminé”, porque uno nunca termina de formarse profesionalmente; por eso continúo mis estudios en el lugar donde los inicié: en INTEC.

Después de un periplo de más de dos décadas, tengo la bendición de volver a INTEC (mi casa, como le decía mi madre Mercedes) a estudiar; esta vez una Maestría en Gerencia del Comercio Internacional, en el Departamento de Negocios. Aquí he encontrado amigos y compañeros; desde el personal de mantenimiento y de seguridad hasta el personal administrativo, de la biblioteca, profesores y, sobre todo, mis compañeros de maestría.

No puedo creer que (como quien dice) entramos a clases ayer y ya solo nos quedan 11 asignaturas. Ya se está hablando de graduación (con fecha y todo). Eso es INTEC: academia, alma mater, refugio intelectual (y hasta espiritual) y, sobre todo (por lo menos, en mi caso) hogar. ¿Cómo no estar aquí? Gracias.