Fashion, Lights and ¡Wuf!
Uno de nuestros colaboradores “Dr. Pichón” comparte su desahogo por la moda canina, felina y en fín, de los animales. Sin duda es impresionante ver al “mejor amigo del hombre” vestido de tutú y botas…
José Sánchez “Dr. Pichón” / drpichon@gmail.com / mrpichon
La moda canina destruye mi paz mental. Este no es un post pacífico ni busca la unión de los cinco continentes. De hecho busca apelar al entendimiento de algunos ante un tema que, al presenciarlo, me hace llenarme de odio como alguien que acaba de lavar su carro solo para presenciar cómo una esponja le cae en el cristal en pleno semáforo de una intersección dominicana.
Pantaloncitos, faldas, tutús, zapatitos, lacitos, moños: un clóset tan completo que podría ser la tesis doctoral de algún fashion blogger establecido. Fifí debería audicionar para ser portada de Dogue, la revista fashion canina del momento y es que sus zapatillas y lentes de sol, son el último aullido de la moda en Villa Juana…
Luego de ese trago corrosivo de veneno, creo que estoy listo para simplemente desahogarme ante lo que para mí es la muestra máxima de maltrato animal disfrazada de amor, ñoñería y miradas caninas de “Que alguien ¡por favor! termine mi sufrimiento”, que yo, en mi consumado odio, aprecio.
Respiremos lentamente y pensemos: ¿Cuál es la función de la ropa? Luego de mencionar los “son un modo de expresión”, “ayudarnos con ciertas actividades” pasaremos a los realmente básicos “protegernos de las inclemencias del clima” y es aquí, queridos lectores, donde quiero recordarles que estamos en República Dominicana, la isla del verano eterno en donde cuando somos bendecidos por alguna brisa sin arena del Sahara, tenemos suaves temperaturas de 32 grados en las que podríamos freír un huevo en alguna acera.
¿Qué quiero apuntar con esto? Yo como humano, ando buscando la forma más modesta de disfrazarme de Adán en la calle cuando nuestra bella isla, en el mismo trayecto del sol, entra en modo horno. Pero eso soy yo, que cuento con glándulas sudoríparas, no tengo pelo por todo mi cuerpo (por favor, no cuestionen), ni libero calor a través de la planta de mis pies. ¿Mencioné que ahora le ponen zapatos a los perros?
Prestándole una dosis mínima de atención a estos detalles, creo que está de más explicar por qué sufro al ver un Yorkie, un Hoski o un Pomeranian, siendo paseados con un abrigo tipo “hoddie” en horas de la tarde, con botitas para que no se ensucie los “pies” y alguna bufanda que ondee cuando pase el viento por que “se ve bonito”.
La pobre criatura está más cerca de pedir que lo bañen con salsa Wasakaka de lo que cualquier pollo de la franquicia del Provocón.
Yo digo: ¡YA BASTA! Basta de la alta costura canina, de los jean con bolsillos y zippers, de los tutús y del circo que queremos montar a costillas de esos que confiaron en nosotros para cuidarlos y que ahora disfrazamos de algún personaje de Star Wars.
Recuerde, que usted no pueda andar desnudo. No quiere decir que su perro tenga la culpa.
Imágenes: Getty images.