Nuevas herramientas y la eterna crisis de como “el pasado era mejor”

Por José Sánchez (MrPichón) | @mrpichon (IG & TW)
SANTO DOMINGO.- Hay algo que la humanidad con cada avance tecnológico repite y me llena de fascinación: enamorarse y aterrarse frente a la llegada de nuevas herramientas sin que exista un aparente punto medio.
La resistencia/asimilación de la novedad es algo que he podido ver a lo largo de toda mi vida y que aprecio con la misma emoción con cada retorno del péndulo. Bajo el riesgo de que se caiga mi cédula, hablaré de mi infancia, una etapa de mi vida donde los libros dominaban y existía el concepto de “vendedor puerta a puerta” – personas que, con una maleta (y si eran modernos con un catálogo), iban a tu casa tratando de persuadirte para comprar libros sobre temas que iban desde matemáticas hasta inglés.
Con el paso de los años una nueva tecnología aparecería: Encarta – historia universal, biología, lenguaje, matemáticas, todo en un disco compacto para los pocos afortunados que en ese momento contaban con un computador. Poco a poco la PC fue volviéndose algo común en las casas junto con las profecías de cómo esta nueva tecnología “mataría el libro” por ser un “artefacto del pasado”.
Luego llegó el internet, el libro como formato seguía igualito, compartiendo mercado, pero sin desaparecer a diferencia de “Encarta”, la cual fue aniquilada por la multiconexión y nuevas herramientas como las páginas web y, entre ellas, espacios como “Rincon del Vago” donde muchos buscaban esa tarea que no querían hacer para salir de esa materia que les daba pereza.
Obvio con esto nuevamente llegaron los augurios del “fin de la educación”. Sin embargo, eso no pasó.
El internet siguió evolucionando y nos trajo “Wikipedia” – un site donde un concepto se conectaba con otros, creando una especie de diccionario interactivo editado por los usuarios- y con el crecimiento de su popularidad la crisis renovada sobre “la gente no quiere leer”, “es el fin de la educación” e incluso un nuevo tipo de purismo sobre qué es “verdadera información” como si los otros medios no tuviesen la posibilidad de errores o fuese posible que cayesen en la desactualización.
El libro digital y el audio libro hicieron su aparición, renovando la narrativa del “fin de una era” y renovando las membresías en los clubes de quienes “consumen contenido de verdad” y no sus contrapartes digitales. Una y otra vez el discurso se repetía, solo para entrar luego en una etapa de asimilación donde todos los formatos eventualmente convivían en armonía.
Todo había estado tranquilo – pero el 2023 trajo las Inteligencias Artificiales (o “IAs” para quienes ahorran palabras) renovando el cacareo en este gallinero que llamamos mundo globalizado.
Nuevamente “el fin” está aquí – pero ahora de todo: de la originalidad, del diseño, de la redacción, de la música y cualquier otra área del saber en donde nuestras mentes paranoicas enfoque su atención.
No creo que sea para menos, la novedad trae resistencia y la velocidad en la que todo ha crecido solo impulsa ese miedo a lo desconocido, pero ¿estamos prestando atención a las posibilidades o asimilando una vez más un fin en vez de un inicio?
Este fenómeno es más viejo que todos nosotros – pasó también cuando llegó la fotografía y el mundo del arte se vio sacudido porque el retrato que a un artista le tomaba hacer 6 meses una cámara lo lograba en 6 segundos, en el tamaño que fuese y sin el coste de los materiales.
¿A dónde podrían llevarnos estas herramientas que eliminan el tedio de ciertas tareas para acercarnos más rápido a los resultados?, ¿De qué forma estamos luchando contra nuestros propios paradigmas para aprovechar el conocimiento que ya tenemos y así exprimir mejor estas tecnologías?
¿Qué habrá gente que se va a acomodar? Eso ha existido desde que la gente es gente y nadie lo va a detener. Pero también existen esos que dejaron de ver “el fin de una era” y vieron su comienzo. Quiero ser del segundo grupo.
Artículos Relacionados

Doctora Elianny Lantigua: primera inmigrante do…

Redes sociales y su influencia en los patrones …
